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La ingravidez obliga a cambiar los hábitos "terrestres" del hombre

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La vida en las condiciones de ingravidez obliga a cambiar los hábitos obtenidos en la Tierra y deja su huella en todas las acciones que realiza el hombre en la órbita, comentó a RIA Novosti el comandante de la Estación Espacial Internacional (ISS), Alexandr Skvortsov.

Moscú, 14 de julio, RIA Novosti. La vida en las condiciones de ingravidez obliga a cambiar los hábitos obtenidos en la Tierra y deja su huella en todas las acciones que realiza el hombre en la órbita, comentó a RIA Novosti el comandante de la Estación Espacial Internacional (ISS), Alexandr Skvortsov.

 Las preguntas fueron enviadas al cosmonauta en el marco de la acción El Buzón de la ISS con el auspicio de la agencia espacial de Rusia (Roscosmos) y el Museo Memorial de la Cosmonáutica.

"La Naturaleza quiso que el hombre caminara, pero en las condiciones de ingravidez nos vemos obligados a volar. La ingravidez influye en todo lo que hacemos en la órbita. Por ejemplo, hay que acostumbrarse a no poner los objetos sobre las superficies, sino atarlos o sujetarlos de alguna manera. De lo contrario, ese objeto saldrá volando. Uno tiene que controlarse constantemente para corregir los hábitos que nos enseñó la gravitación", dijo Skvortsov.

Su colega, el cosmonauta Maxim Suráev, trabajó durante seis meses a bordo de la ISS y considera que la capacidad de la persona de resistir bien las sobrecargas durante los vuelos espaciales no depende de la intensidad de los entrenamientos, sino de las posibilidades individuales del aparato vestibular.

"La persona debe entrenar su aparato vestibular, pero no todos lo consiguen debido a las particularidades individuales del organismo. Por ejemplo, el turista espacial Guy Laliberté, con quien volamos juntos a la estación, se entrenó en la Tierra en una silla giratoria especial. El pobre se entrenaba diariamente y hasta le ponían inyecciones para mejorar el estado de su aparato vestibular, pero todo en vano, porque después de unos pocos minutos pasados en la silla, Laliberté sentía ganas de vomitar", detalló Suráev.

Pero ya en la órbita, prosiguió, el turista se adaptó perfectamente a la ingravidez y todo su tiempo libre lo pasaba frente a la ventanilla sacando fotos y observando las bellezas de la Tierra desde el espacio.

"O sea, si la persona no resistía los entrenamientos terrestres, no significa que tampoco resistirá las condiciones del vuelo espacial. Conocí a cosmonautas que se sentían perfectamente durante todas las pruebas en la Tierra, pero tras llegar a la ISS su aparato vestibular empezaba a crear problemas", reveló Suráev.

Muchos países del mundo en una estación espacial. Infografía >>

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