Trabajadores tayikos ocupados en la construcción de un edificio residencial en el centro de Ekaterimburgo, en la zona rusa de los Urales, llevan varios días en huelga exigiendo de la patronal el pago de las deudas salariales, evaluadas en 11 millones de rublos, o casi 400.000 dólares, escribe hoy el diario Kommersant.
Semejantes protestas se van a multiplicar en un futuro próximo a causa de la crisis de los impagos y el recorte generalizado de empleos, advierten representantes sindicales.
Muchas empresas del sector ruso de construcción, que usa la mano de obra importada desde Tayikistán y otras naciones postsoviéticas, reducen la financiación de los contratistas o "se aprovechan de la crisis y simplemente retienen a sus trabajadores sin pagarles el sueldos", admiten funcionarios del Servicio ruso de Migración.
No hay ninguna garantía de que a los inmigrantes laborales no les echen a la calle sin retribución alguna, constató una fuente de esta entidad, que insistió en el anonimato. Tanto Migración como otros departamentos rusos, entre ellos, Interior, ya se preparan para afrontar esta situación, que hoy definen como "latente".
De acuerdo con las estimaciones sindicales, las empresas de construcción locales suelen ofrecer a inmigrantes US$215-290 al mes, la mitad de lo que cobran en las mismas posiciones los naturales de Rusia.
Un ala juvenil de Rusia Unida, el partido que controla más de dos tercios de escaños en la Cámara baja del Parlamento federal, anunció hace un mes el lanzamiento de la campaña "Nuestro dinero para nuestra gente". Debido a la crisis financiera, exigen "deportar de Rusia a los inmigrantes laborales, mantenerles cerrada la frontera durante el próximo año, ofrecer todas las plazas laborales a ciudadanos de Rusia y refrendarlo en sendos actos legislativos".
A la juventud próxima al Kremlin le apoyan en esta iniciativa el Movimiento contra la Inmigración Ilegal cuyo líder, Alexandr Belov, no descarta incluso "una rebelión de inmigrantes laborales a raíz de la crisis".
