Dos colosos energéticos de Rusia, el monopolio gasífero Gazprom y la petrolera Rosneft, han anunciado la decisión de promover una cooperación estratégica que, entre otras cosas, podría manifestarse en el canje de activos y el desarrollo conjunto de algunos yacimientos.
De momento, no se plantea la posibilidad de una fusión pero la noticia en sí encuadra perfectamente en la política oficial encaminada a formar megacorporaciones. Además, hay que crear un empleo decente para Vladímir Putin, quien dejará la presidencia rusa en 2008.
A pesar de que las dos empresas implicadas evitan ofrecer comentarios, los expertos locales dan por seguro que la decisión venía madurando desde hace tiempo. Es probable que Gazprom y Rosneft procedan al canje de algunos activos, sobre condiciones mutuamente ventajosas, y hasta logren un acuerdo para no competir en las subastas de ciertos yacimientos. También es posible que Rosneft le ceda a Gazprom una parte de su paquete en Sakhalin-2, yacimiento que incluye reservas del gas natural, para recibir a cambio la parte petrolera de este proyecto cuando Gazprom se incorpore al mismo.
Algunos analistas atribuyen los planes de cooperación estratégica entre Gazprom y Rosneft a los motivos políticos, recordando que esa ‘gigantomanía' va a tono con la línea aplicada por el Gobierno ruso, el cual se empeña en crear corporaciones de envergadura global. Así, las empresas de la industria metalúrgica rusa podrían integrarse próximamente bajo el control de Román Abramovich, ex propietario de la petrolera Sibneft. Un grupo formado por Gazprom y Rosneft tendría potencial político y económico equiparable al de Rusia en su conjunto, y sería completamente lógico que Putin, una vez abandonado el cargo, se pusiera al frente de tal estructura.
