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VEAMOS QUIÉNES SON LOS OSETAS

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Tatiana Gueórguieva, RIA Novosti.

Tatiana Gueórguieva, RIA Novosti.   En la segunda mitad del siglo XIX, tras haber tropezado con los osetas en el Cáucaso, los científicos-viajeros europeos se perdían en conjeturas: ¿cuál es el origen de los osetas? A este respecto aparecieron  algunas versiones, de las cuales la más divulgada fue la teoría adelantada por el etnólogo  Pfaffu: según ésta, los osetas es la mezcla de semitas con arios. Más tarde, en base a los vastos materiales lingüísticos, el científico ruso, Andrei Shegren, demostró que ese criterio era justo.

 

Los osetas perciben como suya la palabra "Londres", ya que en su lengua materna significa amarradero; "Dover", puertas; "Bonn", día; "Lisboa", amanecer. En las lenguas europeas el número de tales etnotopónimos curiosos llega a 500. Su apreciable número se registra también en Rusia: por ejemplo, en el idioma oseta "Don" (nombre de un río ruso) significa "agua". La misma raíz tienen los nombres de otros ríos: Dniéper, Dniester, Donets y Danubio. Todos ellos son "cartas de presentación" sui generis de los antiguos escitas y alanos, predecesores de los osetas contemporáneos.

La historia del pueblo oseta cuenta al menos con 30 siglos. Los científicos disponen de los datos suficientes que les permiten considerar el sistema radical étnico de ese pueblo como parte de la cadena única: escitas-alanos-osetas. Los escitas entraron en la historia con alaridos belicosos cabalgando los corceles galopantes y la guerra sostenida contra los cimerios (siglo VII a. J.C.) establecidos al Norte del Mar Negro. En el siglo VIII grandes tribus de escitas realizaban victoriosas incursiones en el Asia Menor, pero luego volvieron a las estepas natales de Crimea que ocupaban las extensas áreas al Norte del Mar Negro  entre el curso inferior del Danubio y el Don.

   Hacia los años 40 del siglo IV a. J.C. el zar escita Atey concluyó la unificación de toda la Escitia desde Azov hasta el Danubio, lo que marcó su "siglo de oro". Los escitas crearon su arte autóctono, testimonio de lo cual son los túmulos sepulcrales, en los que fueron hallados ricos utensilios, monturas de caballería, armaduras y diversos adornos de oro y plata. Las pinturas hechas en piedras y losas pulimentadas presentaban a hombres y animales, las que estaban adornadas de un original ornamento geométrico, cuyo enigma sigue preocupando los cerebros de los científicos de hoy.

   El reino próspero de los escitas se hundió bajo el empuje de los godos, y  los pueblos sometidos se vieron incorporados a las migraciones germánicas. Pero la huella escita no desapareció de la faz de la tierra. De las comunidades seminómadas escito-sármatas ya débiles se separaron los enérgicos alanos que galoparon  al sur y al oeste. En el I siglo del presente parte de los alanos, junto con los hunos, se incorporó a un nuevo torrente espontáneo de las grandes migraciones de los pueblos y, al cruzar Galia y España, alcanzaron las costas de África del Norte. Otro grupo se acercó a la zona premontañosa del Cáucaso, donde se  estableció y se unió a las etnias locales habiendo sentado  las bases del futuro Estado alano de la edad feudal temprana.

   Los romanos reconocían la fuerza y las proezas de Alania considerándola como su aliada. En 407, cabalgando sus corceles de raza, los alanos aparecieron en el Imperio Romano y fueron admitidos como guerreros con el derecho de recibir una parcela de tierra. Procede señalar un detalle curioso: el emperador Marco Aurelio cuya estatua ecuestre  de bronce se yergue en la plaza del Capitolio de Roma, está cabalgando un corcel  alano, según estima el distinguido hipólogo ruso V.O.Vitta.

   En el siglo IX el cristianismo procedente de Bizancio, se extendió entre los alanos y hasta ahora lo profesa una parte apreciable de osetas tanto de Osetia del Norte como de la Osetia del Sur. Un número menor de sus habitantes son musulmanes. Sin embargo, los ritos de ambas partes del pueblo son ortodoxos, entrelazándose con elementos del paganismo y las antiguas tradiciones escito-alanas. Por ejemplo, incluso hasta hoy las familias osetas consideran como sagrada la cadena del hogar, de la que sus antepasados colgaban la caldera para preparar la comida. Frente a la cadena de hogar los hombres prestan juramento y las jóvenes, antes de abandonar el hogar materno para contraer el matrimonio hacen reverencias a la mencionada cadena.

   En aquella época remota, tras abrazar el cristianismo, surgió la tradición sagrada para todos los osetas también ahora: el Día de Jetag.  Según reza una leyenda, el intrépido guerrero Jetag abrazó el cristianismo, lo que no pudieron perdonarle los paganos. Se dio a la fuga tratando de salvarse de sus perseguidores, el caballo cubierto de espuma perdía fuerzas y entonces el guerrero elevó plegarias a Dios implorándole ayuda.  Entonces, dice la leyenda, "el bosque arropó al intrépido Jetag asegurándole así su salvación". El legendario bosque relicto que se llama Uastyrdzhi,  se conservó. Se encuentra en el distrito Alaguirski en las proximidades de Vladikavkaz, capital de Osetia del Norte-Alania. El día de Jetag que se celebra en julio, cada oseta procura  visitarlo.

   La existencia de Alania como Estado poderoso fue interrumpida en el momento de su esplendor por la invasión de las hordas tártaro-mongolas que ocuparon las llanuras de la zona premontañosa del Cáucaso. En 1238-1239 los alanos sobrevivientes huyeron a las montañas y se establecieron en los desfiladeros. Algunos de ellos alcanzaron la parte Sur de la cordillera, penetraron en la Transcaucasia y se afincaron en aquellos lugares. De tal modo, el destino histórico y la naturaleza omnipotente dividió en dos el pueblo, o sea, en dos partes del mundo.

Al conservar su idiosincrasia con los alanos, los colonos caucasianos resucitaron bajo el nombre de ossas u osetas. Despojado del poderío de sus antepasados, por los cinco largos siglos ese pueblo desapareció del proscenio histórico. Pero, a decir verdad, desapareció para volver a la vida por enésima vez.

La historia milenaria de los eslavos-rusos está estrechamente entrelazada con la historia de los alanos-osetas Ambos pueblos sobrevivieron la arrolladora invasión de las hordas de Gengis-Khan. El reino alano medieval sufrió la rotunda derrota; desaparecieron muchos valores culturales, entre ellos la escritura original. Más tarde fue restablecida, pero esta vez en base al alfabeto cirílico ruso.

El 25 de septiembre de 1750, a San Petersburgo llegaron cinco embajadores osetas y el archimandrita Pajomi para declarar a la emperatriz Isabel, hija de Pedro I, que "todo el pueblo oseta quiere ser súbdito de la corona rusa". Pidieron permiso a la emperatriz de bajar de las montañas y establecerse en las llanuras del Cáucaso del Norte. Al poco tiempo, en las orillas del Térek se elevó la fortaleza de Vladikavkaz. En las postrimerías del siglo XVIII desde sus murallas, a través de la Cordillera del Cáucaso, fue tendida una ruta importante: la carretera militar georgiana. El Estado encomendó a los intrépidos guerreros osetas asumir la vigilancia de esa importante arteria.

   Separados por las montañas, los osetas del Norte y del Sur (unos en el territorio de Rusia, otros, en el de Georgia) jamás olvidaban su parentesco, mantenían estrechos contactos, hacían visitas recíprocas y celebraban bodas. En la época soviética los separaba solamente el camino a través del paso. Pero cubrían rápidamente la distancia en automóviles. Luego llegaron los tiempos distintos, más tristes, cuando la política nacionalista de corte extremista practicada por las autoridades de Tbilisi colocó a la autonomía de Osetia del Sur en una situación desastrosa. De hecho, los surosetas estuvieron ante la disyuntiva: "ser o no ser", conservar su idiosincrasia  o asimilarse a la etnia georgiana. En resumidas cuentas, el enfrentamiento oseto-georgiano iniciado en 1989 desembocó en la escalada del conflicto que sigue pendiente de arreglo.

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