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EL FANTASMA DEL CARTEL DE GAS RECORRE EUROPA

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No es secreto que los países de la Unión Europea dependen fuertemente del gas ruso, y este hecho explica la inquietud que sienten los europeos cuando el consorcio ruso Gasprom emprende acciones para ampliar su negocio.

Igor Tomberg, RIA Novosti. No es secreto que los países de la Unión Europea dependen fuertemente del gas ruso, y este hecho explica la inquietud que sienten los europeos cuando el consorcio ruso Gasprom emprende acciones para ampliar su negocio.

Así, ha provocado bastante nerviosismo la reciente firma del memorándum entre Gasprom y la compañía argelina Sonatrach, que son los dos principales suministradores de gas al mercado europeo (controlan un 12 y 25% de ese mercado, respectivamente).

La inquietud de la Unión Europea, que no tiene elaborada hasta hoy una política energética bien clara, se basa principalmente en las conjeturas sobre el papel que concede el Kremlin a Argel en su política exterior de orientación energética, y no en los detalles del memorándum sobre intenciones suscrito en la capital rusa. El primer ministro de Italia, Romano Prodi, ha reaccionado con ansiedad ante las noticias que provienen de Moscú y llamó a diseñar cuanto antes la política de la UE en materia energética. "El acuerdo alcanzado en Moscú ha probado una vez más cuán urgente es la necesidad de alcanzar la independencia energética europea y elaborar una política común en ese sector", expresó.

Entretanto, el memorándum de entendimiento que han sellado Gasprom y Sonatrach prevé, en particular, la institución del comité coordinador ruso-argelino en el área energética y de los grupos permanentes de trabajo. El primer resultado de esta cooperación serán las operaciones de intercambio de gas: Argelia podrá reducir sus suministros de gas a Italia, que serían compensados con gas ruso, y Gasprom, a su vez, recibirá gas licuado argelino. En este caso no se excluye que puedan aumentar los suministros del gas ruso.

Un aspecto importante del acuerdo es la posibilidad que tendrá la corporación Sonatrach de participar en el proyecto 'Gas Natural Licuado del Báltico'. De esta manera, la compañía argelina podrá hacer una eficaz competencia a las empresas italianas interesadas en la construcción de la planta de gas natural licuado en las cercanías de San Petersburgo. El presidente del consorcio italiano ENI ha anunciado recientemente que han sido entabladas conversaciones con Gasprom sobre el proyecto de construcción de esa planta, que costaría $2,5 mil millones y produciría anualmente 8.000 millones de metros cúbicos de gas natural licuado.

Pero lo que más asusta a los observadores europeos es la posible coordinación de la política de precios entre Sonatrach y Gasprom en el mercado europeo. Según la reacción provocada en Europa, Bruselas ve la salida en la fundación de un cartel de consumidores de gas como el que funciona en el mercado petrolero (OPEP-IEA). Aquí es importante determinar los motivos que promueven la expansión internacional de Gasprom. ¿Qué aspectos prevalecen: las relaciones comunes entre las compañías o los pasos dirigidos a crear un cartel?

Gasprom ya trabaja en los proyectos de gasoductos y de prospección geológica en América Latina, Asia y África. Es algo normal y corriente para una empresa de ese rango. No obstante, los acuerdos alcanzados recientemente con la compañía húngara MOL y relacionados exclusivamente con el comercio han vuelto a sembrar alarmas en Europa. Son acuerdos sobre la institución de una empresa mixta que realizaría estudios de viabilidad del gasoducto que uniría a Rusia con el sur de Europa y permitiría aprovechar con mayor eficacia el gasoducto 'Flujo Azul'.

La estrategia que aplica Gasprom en Europa es bien activa, pero nunca agresiva. El consorcio ruso persigue objetivos puramente comerciales: conservar sus posiciones en el mercado europeo, tratar directamente con el consumidor final, desarrollar la infraestructura de distribución de gas, etc. Si en esa estrategia asoma la política, la culpa la tienen ante todo los propios europeos (en el caso de Europa). El sistema de medidas que está diseñando Bruselas bajo el nombre de 'política energética común' es muy criticado en la propia Europa porque no hace más que provocar a los suministradores de gas a introducir elementos de coordinación de precios. Por ejemplo, se estudia limitar los plazos de los contratos de suministro de gas (7 años como máximo). Antes, los contratos se concertaban para largos plazos -hasta decenas de años-, y ello permitía a los suministradores elaborar planes de inversiones a largo plazo. Pero en la situación actual ya son preferibles los contratos tipo spot. Las intenciones de Europa de liberalizar el mercado de gas y optar por los contratos de corto plazo afectan los intereses de los productores de gas, incluida Rusia, porque la formación de los precios tal como lo propone Bruselas hará caer inevitablemente los precios de gas.

Si miramos al mercado petrolero podremos ver que allí predominan los contratos spot, y ello obliga a los vendedores a formar carteles y grupos según los 'intereses de precios'. Los intentos de los consumidores de gas de imponer su voluntad obligan a los productores y vendedores del gas natural a pensar en la creación de un OPEP del gas. Moscú ya ha recibido propuestas de Irán, Argelia, Libia y de varios países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) de "coordinar la política comercial y de precios" en el ámbito de gas.

De momento, el presidente ruso prefiere distanciarse de la idea de fundar el consorcio de gas, y ello pudo notarse en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai. Si los consumidores de gas siguen ignorando los intereses de los productores y no dejan de presionar a Gasprom, Moscú evidentemente pondrá su mirada en el proyecto de cartel.

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