LA GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO HA REANIMADO EL PERIODISMO TRASNOCHADO

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Piotr Románov, RIA Novosti. Como cualquier otra guerra, la actual en Oriente Proximo, no evoca lo mejor en el alma de quienes pelean, quienes siguen de cerca las peripecies de la guerra por la TV ni de los comentaristas.

Piotr Románov, RIA Novosti. Como cualquier otra guerra, la actual en Oriente Proximo, no evoca lo mejor en el alma de quienes pelean, quienes siguen de cerca las peripecies de la guerra por la TV ni de los comentaristas.

Pero, al mismo tiempo, en modo alguno entre mis colegas predomina el encargo político. Ni mucho menos. La postura rusa oficial es bastante objetiva y no se diferencia en absoluto de la política que mantienen al respecto los países europeos. Es cuestión de una "corazonada", de expresarnos al estilo soviético. Pero ese periodismo trasnochado de la propaganda soviética se percibe en algunos comentarios sobre el tema mesoriental. Estos últimos días he leído ya noticias en que figuran expresiones como "soldadesca israelí",  "imperialismo israelí" (a veces me surge el prúrrito de regalar a ciertos autores el globo terráqueo), y "toda una serie de maniáticos israelíes". Ya no quiero ni referirme a los lazos blancos que esos mismos comentaristas ponen con cariñosa mano en las trenzas de HAMAS y Hezbollah.

Es curioso señalar que, según datos de los sondeos sociológicos, el ciudadano ruso enfoca los acontecimientos mesorientales desde un punto de vista más sopesado que algunos de nuestros comentaristas. Eso está a tono con la anticuada propaganda soviética, pero, en general, cabe señalar que en Rusia hace tiempo que se permiten muchas cosas.

No hago propaganda a favor de Israel. Soy adepto a la objetividad. Y la objetividad demuestra que el pueblo libanés pasó a ser rehén en la guerra ajena que se libra entre Israel e Hezbollah. Esa guerra acusa cierto parecido con la trágica situación en Budénnovsk en 1995, cuando los terroristas de Basáev se parapetaban tras las espaldas de las mujeres embarazadas, la mayoría de las cuales nada tenían que ver con Chechenia. Nuestras tropas de tarea ora emprendían asaltos, ora se paraban. Recuerdo que entonces la opinión pública apoyaba a las autoridades que salvando a los rehenes, pusieron en libertad a los terroristas. Más tarde, tuvieron que pagar con "Nord-Ost", con explosiones de casas multipiso en Moscú y, por último, con la tragedia de Beslán, sin parangón en la historia moderna. Hoy, el ciudadano ruso, ya experimentado, tiene otra visión de los acontecimientos en Budénnovsk. En su lucha contra el terrorismo Rusia ya aplica métodos distintos ("Nord-Ost").

   No quiero afirmar que precisamente ese método es certero. Pero no son los humanos quienes pueden juzgar e indicar quién ha de ser sacrificado en aras de la lucha antiterrorista. Simplemente, a mi modo de ver, lo anteriormente dicho se refiere en plena medida a Israel que mucho antes que los rusos encaró el mismo dilema: asaltar o no asaltar, exponer a riesgo las vidas de ciudadanos civiles para matar al terrorista que se esconde a sus espaldas, o dejarlos con vida, pero condenar a la muerte a otros. Israel hizo su opción.

No hace falta justificar a Israel. En aras de la objetividad baste comprenderlo. La tragedia en Budénnovsk se diferencia de la tragedia en el Líbano sólo por la envergadura de la operación en que se vio obligado a participar el ejército. Ninguna unidad de tarea será capaz de enfrentarse al terrorismo dotado de excelentes pertrechos de guerra, entre ellos instalaciones lanzamisiles móviles, terrorismo que, además, pasó a ser parte del sistema político del Estado vecino. Grozny fue reducido a ruinas no porque lo querían los rusos, sino porque las fuerzas federales se enfrentaban a un enemigo excelentemente armado, cruel, cínico y hábil.

Y, además, enemigo que dominaba a perfección los metodos de guerra sicológica. Hoy en Oriente Próximo se observa lo mismo. Primero:  provocación; segundo, huida a espaldas de mujeres y niños, y tercero, desafío de los telecomentaristas.

Es posible que tenga razón quien reclama hacer inmediatamente el alto el fuego en Oriente Próximo, como la tenían quienes no daban la orden a las tropas especiales de asaltar el hospital en Budénnovsk. Es posible. Pero entonces esos hombres buenos tendrían que asumir la responsabilidad por todos los futuros crímenes de Hezbollah. Sin embargo, el problema es que ellos no cargan con responsabilidad alguna. Lo mismo que Chernomyrdin y Yeltsin jamás asumirán responsabilidad por Beslán, los actuales pacificadores y críticos de Israel no responderán por las futuras víctimas de Hezbollah. En cambio, el actual Gobierno israelí responderá mañana por cada error suyo de hoy. En ello estriba la diferencia. Pero esa diferencia es abismal. Unos se ven obligados a hacer una opción difícil entre dos males; otros, ya no tienen problemas, no responden por nada y están dispuestos a aleccionar al mundo entero.

De veras, son lamentables las víctimas civiles. Lo más horrible de la situación es su carácter desesperante y no se le ve la salida. En un futuro previsible, lamentablemente, el conflicto sólo puede tener una solución paliativa, es decir, provisional e indeseable. En todo caso no espero una solución buena.

Tal vez otros vean la salida positiva.

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