EN EL JAPÓN COMIENZA LA PROYECCIÓN DEL FILME DE ALEXANDER SOKUROV SOBRE EL EX EMPERADOR HIROHITO

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Tokio, 31 de julio, RIA novosti. Una semana ante de cumplirse el 61 aniversario del bombardeo atómico a Hiroshima, en el Japón ha comenzado la proyección del filme "El Sol", del director ruso  Alexander Sokurov, que refleja la vida del emperador Hirohito en los primeros meses de la ocupación estadounidense de 1945, inmediatamente después de terminada la segunda guerra mundial.

 

De momento lo proyectan sólo en dos cines, pero si la película goza de éxito, la van a exhibir en 25 cines de diversas ciudades del país.

Las compañías que organizaron su distribución temían excesos por parte de la ultra derecha, y no sin fundamento. En 1990, el alcalde de Nagasaki se permitió manifestar en público que sobre el ex emperador recae una parte de la responsabilidad sobre el estallido de la guerra, luego de lo cual contra él se cometió un atentado.

Hasta hoy día en el Japón se mantiene una tácita prohibición de debatir el papel que desempeñó Hirohito en la toma de decisión de atacar la base naval estadounidense de Pearl Harbor.

La película "El Sol" es la tercera parte de la trilogía en que Sokurov investiga el estado anímico del individuo en la cúspide del poder. En 1999, salió  su "Moloch", dedicado a Hitler"; después "El Tauro", cuyo protagonista es Lenin, y luego "El Sol", que trata de Hirohito.

El actor nipón Issei Ogata encarna al emperador con la más escrupulosa autenticidad, después de haber estudiado bien todo el material cinematográfico documental disponible y las memorias de los contemporáneos de Hirohito. En la pantalla aparece un hombre solitario, adaptado mal a la vida nueva, que se esfuerza mucho por demostrar su carácter pacífico y convencer a todo el mundo de que él es  un ser humano igual que los demás, pero no un "dios vivo". 

El emperador decidió no visitar el templo de Jasukuni-jinja después de que en 1978 allí empezara a celebrarse la ceremonia de adoración a las almas de 14 criminales de guerra ejecutados en 1948 y enterados en el recinto de ese templo, junto con el simbólico entierro de más de 2,5 millones de soldados japoneses que "cayeron por el emperador y el gran Japón". Las visitas de las personalidades oficiales, y especialmente del primer ministro, al templo en cuestión, se interpretan en los países del Lejano Oriente como fidelidad de los dirigentes nipones al pasado militarista del país.

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