NAHARIYA SE HA CONVERTIDO EN UNA CIUDAD FANTASMA

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Nahariya, 26 de julio, RIA Novosti. ‘Sabemos que los libaneses están sufriendo como nosotros a causa de los bombardeos, es una pena, todos somos rehenes de Hezbollah' - estas palabras resumen el sentimiento generalizado de los vecinos de Nahariya, pequeña ciudad que se encuentra en el norte de Israel, a unos diez kilómetros de la frontera con Líbano, y la cual se ha transformado desde hace dos semanas en el blanco favorito para los misiles de Hezbollah.

 

Seis de cada 10 habitantes de Nahariya han abandonado ya la ciudad. Aquellos que quedan, prefieren permanecer en el refugio antiaéreo u otros lugares ‘seguros': se escuchan aquí estampidos constantemente y sólo en la jornada del martes cayeron cinco misiles.

Lo que fuera antaño un popular centro de veraneo parece hoy una ciudad fantasma. No se ven en las calles más que reporteros, policías y taxistas. Estos últimos llevan dos semanas recorriendo la geografía urbana en busca de algún cliente accidental, las más de las veces, sin éxito.

A cualquiera que se anime a salir, los agentes le sugieren de inmediato que vuelva al refugio. Es mejor permanecer dentro hasta que anochezca. Luego quedan unas cuantas horas - hasta las ocho de la mañana aproximadamente - para intentar las compras más necesarias: pan, agua y leche.

‘Gracias a nuestra operación, Hezbollah ya no puede lanzar misiles de noche. Si lo hicieran, serían un blanco fácil para nosotros - explica Mickey Rosenfeld, portavoz de la Policía local -. Durante el día, visitamos las casas para comprobar, si queda alguien. No siempre ayuda. Ya tenemos dos muertos y casi 60 heridos a la fecha. Se han lanzado contra Nahariya alrededor de 250 misiles, menos mal que la mayoría de las casas están vacías'.

Uno tiene la impresión de que Hezbollah sigue bombardeando los mismos barrios. En una calle de Nahariya se ven varios edificios destruidos mientras que otras zonas de la ciudad se mantienen intactas. El hospital parece ser el único lugar vivo en Nahariya: hay un continuo ir y venir de las ambulancias; se oye una explosión de turno y los médicos salen para recibir nuevos heridos. Esta vez, traen a cinco personas en estado de choque. Alguien se está sacudiendo en convulsiones; otra persona, al lado, no puede moverse; una mujer árabe no deja de llorar.

‘Todavía no puedo decirle cuánta gente ha sufrido hoy a causa de los ataques de Hezbollah' - confiesa Moshe Daniel, subjefe del hospital. En estas últimas dos semanas, los médicos han atendido a 650 personas. ‘En un 85 por 100 de los casos se trata del choque psicológico, así que les ayudamos a superarlo y les mandamos a casa' - precisa él. En cuanto a los heridos, la mayoría han sido afectados por fragmentos de proyectiles o bolas metálicas que se ponen dentro de los misiles. La zona del impacto alcanza 200 metros en diámetro, según la Policía.

El hospital también es uno de los lugares más seguros de Nahariya. Hace siete años, las autoridades empezaron a construir aquí un nuevo centro subterráneo, debido a la proximidad de la frontera libanesa. Tiene capacidad para 450 pacientes, cámaras, quirófanos, entrada para ambulancias, todo bajo la tierra. ‘Podemos resistir incluso ataques químicos y biológicos' - afirma Daniel.

Algunos empleados trajeron al hospital a sus niños para sentirse más seguros, aunque la mayoría los mandó hacia otras zonas de Israel aprovechando la ayuda de los colegas. Los hospitales de varias ciudades habían ofrecido sus residencias para las familias de médicos procedentes del norte del país. ‘He mandado a los míos hacia el sur, así me duele menos el corazón tras cada explosión que se oye, no me lanzo a por el teléfono y puedo dedicarme a mi trabajo' - cuenta una doctora. Muchos médicos llevan una semana sin salir del hospital. ‘Somos como soldados' -      dicen ellos.   

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