ZINEDINE ZIDANE CLAUSURA EXPULSADO UNA CARRERA MAGISTRAL

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TeleSUR / 09/07/2006

El francés Zinedine Zidane, uno de los mejores jugadores del mundo en el último decenio, clausuró el domingo su magistral carrera deportiva con una expulsión en la final de la Copa del Mundo contra Italia y una derrota por penaltis que le impidió ser dos veces campeón del mundo.

El capitán francés fue expulsado en el minuto 110 de la final en el estadio Olímpico de Berlín tras propinar un cabezazo en el pecho a Marco Materazzi, con quien estaba intercambiando unas palabras desde una jugada anterior.

Zidane había adelantado a su equipo en el minuto 7, al ejecutar un penalti pero la agresión a Materazzi puso en borrón en una ejemplar hoja de servicios.

El arbitro argentino Horacio Elizondo consultó con uno de sus asistentes, quien le confirmó el incidente y acto seguido le mostró la tarjeta roja a Zidane, que jugaba hoy el último partido de su carrera deportiva.

Fue una mácula imprevista en la hora suprema que reservaba a Zidane la entrada en el club de lo jugadores legendarios.

Apenas cumplidos los 34 años, Zinedine Yasine Zidane abandona los campos de fútbol y abre la senda de su mito. Alfredo di Stefano, "O rei" Pelé, "El pelusa" Diego Maradona y "El flaco" Johan Cruyff tendrá que apretarse para hacerle un hueco a "Monsieur" Zizou.

El talento del francés, nacido en el seno de una familia de origen argelino en el popular barrio marsellés de La Casteillane, le ha llevado a alzar todos los grandes trofeos que propone el fútbol, tanto los colectivos como las distinciones individuales.

Campeón del mundo, de Europa, de la Liga de Campeones, de las ligas italiana y española, Balón de Oro de 1998, tres veces mejor jugador de la FIFA (1998, 2000 y 2002), son algunas de sus recompensas.

A diferencia de otros de los residentes en el Olimpo del fútbol, Zidane muestra un carácter introvertido, ajeno al ruido que rodea al deporte que practica.

Su vida privada, que comparte con Veronique, una francesa de origen español, con sus cuatro hijos, Enzo, Luca, Théo y Elyas, y con su basto clan familiar, es una fortaleza que el jugador cuida con celo.

A lo largo de su carrera, Zizou ha soportado mal las obligaciones de ser un ídolo de masas y se diría que aguarda el retiro con impaciencia para volver a vestirse el traje de persona humilde que le parecía reservado por sus orígenes.

Hijo de emigrantes kabiles, Zidane nació el 23 de junio de 1972 y pronto se interesó por el deporte, primero por el judo, pero enseguida le picó el virus del fútbol.

Ansioso por seguir los pasos de su admirado Enzo Francescoli, al que vio en el club de su ciudad, el Olympique de Marsella, Zidane se instaló con tan sólo 14 años en Cannes, lejos de su familia, en casa de un directivo del club local que le acogió como a un hijo. Allí debutó en primera división con 17 años y fue ascendiendo peldaños y ganando fama.

De la rivera del Mediterráneo puso rumbo a la del Garona, río que baña Burdeos, cuyo club, el Girondins, le abrió las puertas de la elite del fútbol francés cuando el joven Zidane tenía 20 primaveras.

En cuatro temporadas, el joven Zizou creció al ritmo del club que en 1996 disputó, sin éxito, la final de la Recopa de Europa.

La jaula francesa se quedó pequeña para el prometedor Zidane que es mismo año firmó por la Juventus de Turín, donde pasó cinco fructíferas campañas.

Cuando en 2001 el presidente del Real Madrid Florentino Pérez le convirtió en el jugador más caro de la historia del fútbol, Zidane ya había amasado una buena dosis de prestigio.

Había liderado la selección francesa campeona del mundo de 1998 y de Europa dos años más tarde y había llevado a la Juventus de Turín a ganar dos ligas italianas (1997 y 1998), una Supercopa (1997) y una Copa Intercontinental (1996).

Pero le faltaba la Liga de Campeones, una Copa que acarició en dos ocasiones (1997 y 1998) con la Juve, pero que se resistía a su talento.

Por eso fichó por el megalómano proyecto del Real Madrid y el tiempo le dio la razón. Su majestuoso tanto en la final de la Copa de Europa de 2002 ante el Bayer Leverkusen supuso el noveno trofeo para los blancos y la culminación de su obra. Ya no le quedaba nada por ganar y su carrera comenzó el declive.

El fracaso de Francia en el Mundial de Corea del Sur y Japón, en el que un "Zizou" lesionado sólo jugó unos minutos, y la caída libre en la que entró el Madrid apagaron la estrella del jugador que, pese a todo, siguió dejando gotas de elegancia.

Regresó a la selección francesa para clasificarla para el Mundial de Alemania y con la "bleu" en tierras germanas afrontó su último desafío antes de dejar el césped camino del mundo en el que habitan los mitos.

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