Moscú, 10 de julio, RIA Novosti. Una de las canciones rusas más conocidas internacionalmente - ‘Los atardeceres de Moscú', de Vasily Soloviev-Sedoy - cumplió 50 años el pasado domingo.
El intérprete de esa canción emblemática, Vladímir Troshin, recuerda que en su día había tenido que pelear con el compositor para sacarla adelante: las primeras grabaciones fueron malas y Soloviev-Sedoy quería poner cruz y raya sobre la pieza que en décadas posteriores se fue transformando en una tarjeta de visita nacional, primero, para la Unión Soviética y luego para Rusia.
Troshin dice haber oído por primera vez ‘Los atardeceres de Moscú' - el título original, por cierto, era ‘Los atardeceres de Leningrado'- en un estudio de cine documental, en 1956. Se pensaba incluirla en la banda sonora de una película deportiva pero fue descartada por los creadores.
‘Me fascinó de entrada, había un encanto especial tanto en la música como en la letra, e insistí en que el compositor me dejase probar a mí también. Y le gustó mi manera de interpretarla' - cuenta el cantante.
Como resultado, la canción quedó incluida en el documental y más tarde fue grabada en un estudio de radio, que es cuando se le dio su interpretación clásica, con la participación de un coro femenino.
Al año siguiente, en 1957, ‘Los atardeceres de Moscú' fue escogida como canción oficial del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes celebrado en la capital rusa. Desde entonces, pasó a ser un exitazo cuya popularidad no ha cesado hasta la fecha.
A la pregunta de cuál es el secreto de tanta longevidad, Troshin responde que ‘Los atardeceres de Moscú' es una canción que ‘tiene alma': su melodía y su letra, que es muy sencilla, llevan dentro la Patria, un amor universal, la admiración de la Naturaleza y la fe en cosas bellas, es decir, conceptos entrañables para cualquier persona, independientemente de su edad o su país de origen.
