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LOS NO ALINEADOS Y LOS RETOS DEL SUR

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Leyde Rodríguez

Cuando faltan pocos meses para la celebración en Cuba, del 11 al 16 de septiembre de 2006, de la XIV Cumbre de Jefes de Estado y gobierno del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), se debate en medios políticos y académicos la importancia de un profundo examen sobre el protagonismo que le corresponde a los países del Sur identificados con los principios y objetivos estratégicos del No Alineamiento.

La trascendencia de ese análisis radica en que el MNOAL es un foro diverso de concertación de los países del Sur, subdesarrollados y en desarrollo, con una amplitud universal y proyección global sobre temas políticos, económicos y de seguridad internacional. Los NOAL son 116 Estados, casi dos terceras partes de los miembros de las Naciones Unidas, que incluyen a todos los miembros de la Unión Africana, de la Liga de los Estados Árabes, de la Organización de la Conferencia Islámica, la mayoría de los estados asiáticos y latinoamericanos. La fuerza de los NOAL, en los inicios del siglo XXI, la percibo en la actualidad de sus postulados, en el peso de su legado político e histórico para los líderes contemporáneos y de los pueblos que luchan hacia la definitiva emancipación de la especie humana.

La historia y la dinámica del movimiento ejerció su influjo en la formación del sistema internacional de la posguerra y en el desarrollo progresista del Derecho Internacional. El MNOAL apoyó el proceso de descolonización y, como resultado, nuevos estados independientes fueron incorporados a la política internacional. El histórico aval del MNOAL está unido a la lucha por el desarme, en el proceso de proscripción de las armas de destrucción masivas, que se ha concretizado en Tratados y acuerdos internacionales para garantizar la seguridad mundial y la no-proliferación de Armas Nucleares, las Convenciones sobre la proscripción de las armas químicas, biológicas, en el espacio cósmico y el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares.

Sin embargo, con la desaparición de la URSS y la emergencia de la unipolaridad en las relaciones internacionales, el MNOAL enfrentó un reto extraordinario. El fin del enfrentamiento entre los dos bloques irreconciliables que le otorgó razón de existencia, el nombre y su esencia, supuso para algunos la pérdida de relevancia del Movimiento como actor internacional e incluso la posibilidad de su extinción en tanto que entidad para la articulación de las reivindicaciones fundamentales del Sur. El desplome soviético y de sus aliados socialistas trajo el engañoso y vulgar supuesto del "fin de la historia", de las ideologías y de la lucha de clases; así como del Tercer Mundo.

A pesar de que el Movimiento mantuvo su vigencia frente a la embestida del imperialismo y sus detractores en el propio Tercer Mundo, también ha sido una realidad indiscutible que las particularidades nacionales, regionales y la coyuntura internacional contribuyeron a reorientar las prioridades y objetivos de sus miembros, lo cual ha hecho difícil la armonización de posiciones y su unidad sobre los temas más complejos de la agenda internacional.

Por tanto, en esa situación, el principal reto que tendrá el MNOAL y en particular Cuba, que ocupará su presidencia por tres años a partir de septiembre, es la urgente necesidad de buscar soluciones novedosas y menos formales para mantener la decisiva unidad de acción en medio de su diversidad y del complejo, contradictorio escenario internacional hegemonizado por Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias capitalistas aliadas, que también interactúan en el ámbito bilateral y multilateral con los países miembros del MNOAL. En el breve plazo, el principal desafío del MNOAL tiene un carácter orgánico y se relaciona con la consecución de un sólido proceso de revitalización que haga más efectiva sus iniciativas y lo convierta en un factor más prominente para la transformación progresista y revolucionaria de las relaciones internacionales.

En toda su trayectoria, el MNOAL ha desarrollado perspectivas geopolíticas en varios campos relevantes de las relaciones internacionales, pero ha sido, hasta el presente, un foro de discusión y exposición de los intereses de los países menos privilegiados del planeta. En el momento internacional actual no solo resulta perentorio la elevación de su liderazgo en defensa del Sur, sino además la elaboración de una estrategia común para desplegar cierta capacidad de desarrollo ideológico y una orientación política unificada contra el imperialismo y sus manifestaciones, muchas de las cuales ya han sido identificadas por numerosos países en distintas regiones del sistema internacional.

El hecho de que algunas posturas del MNOAL siguen siendo declarativas o retóricas nos confirma la importancia estratégica de que los esfuerzos del Movimiento para su revitalización no deben quedar en el plano de la política internacional y de sus organismos diplomáticos multilaterales. El trabajo futuro del MNOAL podría entroncarse directamente con la lucha de los pueblos, de las fuerzas políticas de izquierda y de los movimientos sociales por la construcción de un sistema mundial más justo y acorde con las aspiraciones de las masas populares en todas las regiones y países.

Revitalizar el MNOAL en el siglo XXI implica convertirlo en un instrumento de cooperación y colaboración de alcance global para la verdadera integración y unificación de los estados-nación con similares intereses y afectados por iguales problemáticas de carácter económico, ecológico, social, de defensa y seguridad que tejen el contenido del conflicto Norte-Sur en las relaciones internacionales. Aunque en el sistema mundo globalizado de nuestro tiempo las naciones podrían agruparse según la interpretación del conflicto Norte-Sur en países industrializados, en vías desarrollo o del Tercer Mundo, lo cierto es que la dinámica de sus relaciones se modifica permanentemente y emergen disímiles áreas de convergencia en las que resulta impostergable exigir una real cooperación en el eje Norte-Sur de los vínculos globales, porque la unión de los países con posiciones afines en torno a distintos temas de la agenda de los NOAL trasciende la conflictual división geográfica Norte-Sur del sistema internacional frente a los legítimos anhelos de supervivencia de toda la humanidad.

En definitiva, considero que no existirían dificultades ni objeciones para enlazar coherentemente los temas de la agenda internacional con la de los NOAL, que tampoco difiere mucho de los objetivos de la política exterior cubana, pues las cuestiones de naturaleza global requieren de un tratamiento igualmente global porque aparecen en todas las agendas, tales como: medio ambiente, desarme -con la redistribución de los gastos de guerra en asistencia para el desarrollo-, acceso a los mercados y la tecnología, la lucha contra todas las formas de terrorismo, en especial el terrorismo de Estado que practica Estados Unidos e Israel, la vigencia y aplicación del Derecho Internacional y la exigencia de acabar con todas las manifestaciones de colonialismo, racismo, fascismo e imperialismo.

A tono con todo ello, el MNOAL ha de analizar profundamente las consecuencias de la cruenta ocupación militar de los Estados Unidos y sus aliados en Iraq, Afganistán, y las amenazas de nuevas "guerras preventivas" e "ilimitadas" contra otros países del Sur. El Movimiento tiene como cardinal desafío contribuir más a la paz mundial a través de la ampliación del perfil de sus iniciativas diplomáticas a fin de exigir, en pleno, el cese inmediato de la guerra imperialista en el Medio Oriente y evitar, en lo posible, que los Estados Unidos continúe con su estrategia guerrerista en el Tercer Mundo, la cual abiertamente se propone destruir la soberanía, independencia e integridad territorial de un grupo significativo de países No Alineados.

Por consiguiente, el MNOAL - en sus próximos tres años de trabajo bajo la presidencia cubana- estará obligado a hacer un análisis crítico y exhaustivo del publicitado "diálogo Norte-Sur" durante las últimas décadas de eufórica globalización de corte neoliberal impulsada por los principales centros hegemónicos del capitalismo, cuyos resultados más notables han sido el incremento de las diferencias económicas y comerciales entre el Norte y el Sur, y entre los ricos y los pobres en los cinco continentes del planeta. No pocos países del Sur debilitaron sus Estados, abrieron aceleradamente sus economías a la competencia y depredación de los recursos naturales por las transnacionales y multinacionales al servicio de las potencias capitalistas.

La consecuencia inmediata fue que el Tercer Mundo en su conjunto se ha visto afectado por políticas proteccionistas que obstaculizan la entrada de sus productos en los mercados de los países industrializados y los mantiene al margen de los principales flujos financieros, de comercio e inversión. Hoy el mayor volumen de comercio mundial tiene lugar entre los países ubicados en el Norte. En suma, unido a la grave crisis económica y social del mundo subdesarrollado, las corrientes migratorias constituyen otro aspecto esencial de la tendencia a la marginación de los pueblos del Sur y de las persistentes concepciones discriminatorias, xenófobas en el Norte, donde se levantan muros para enfrentar la avalancha migratoria sin la voluntad política de resolver las causas que motivan ese complejo fenómeno.

En los próximos años, otra prueba para el MNOAL es revertir la indiferencia del Norte hacia el Sur en el proceso de toma de decisiones de alcance mundial. Los países NOAL seguirán haciendo causa común para fortalecer las instituciones de carácter mundial como las Naciones Unidas, en especial la Asamblea General, y la verdadera democratización de su Consejo de Seguridad. En ese sentido, el MNOAL se opondrá firmemente a las posiciones unilaterales de Estados Unidos y sus aliados tendientes a debilitar o manipular, en dependencia de sus intereses geoestratégicos, el funcionamiento de los mecanismos de Naciones Unidas, a la proliferación de los llamados regímenes internacionales especializados que amenazan con limitar la proyección multilateral y el trabajo del sistema de Naciones Unidas.

Aun así, el MNOAL deberá prestar especial atención a todas las corrientes monopolizadoras de los asuntos mundiales por las grandes potencias en foros de composición restringida para el debate y la adopción de iniciativas de trascendencia global como el G-8 y el G-20, pues este último intenta consolidar un espacio semejante con la participación de algunos países del Sur que se distinguen por sus potencialidades económicas, pero que no se encamina realmente en la búsqueda de una solución a los problemas que aquejan a todo el Tercer Mundo. En este acápite, tendrá especial significado y repercusión para el Sur el protagonismo político de China, como potencia económica, en el Grupo de los 77, que representa los intereses económicos de 132 países en desarrollo. Muchos países del MNOAL desearían contar con una China más activa y favorable a los intereses del Sur ante las posturas hegemónicas de un Norte caracterizado por la asociación estratégica de los Estados Unidos y la Unión Europea.

No hay dudas que, a partir de la presidencia cubana, una nueva época se vislumbra para los destinos del Movimiento de Países No Alineados. Todos esperamos que el MNOAL asuma posiciones más enérgicas en el escenario internacional con un contenido político más crítico sobre la evolución de las relaciones internacionales actuales y la obligación de exigir el diseño de una Nueva Arquitectura Financiera Internacional que sea acompañada de un Nuevo Orden Mundial de la Información y de las Comunicaciones.

Mas todas esas esperanzas solo serán posible de alcanzar si el MNOAL emprende el desafío de desterrar las divergencias que conspiran contra la cohesión y el consenso entre sus miembros; conflictos que, en muchos casos, tienen sus orígenes en los siglos de avasallamiento colonial y neocolonial del imperialismo. Solamente la unidad del Sur podría aportar nuevos cambios cualitativos para la construcción de un sistema internacional pluripolar contrapuesto a la prolongada unipolaridad e incluso a la alternativa de recomposición multipolar de las relaciones internacionales por iniciativa de los Estados Unidos y otras potencias interesadas en la consecución de un equilibrio de poder que sirva para perpetuar la dominación de los Estados más débiles del sistema y practicar una política coordinada hacia la contención o el retroceso del fenómeno revolucionario mundial en el siglo XXI.

En ese escenario, los procesos revolucionarios en Cuba, Venezuela y Bolivia representan la concertación de una avanzada del polo de Sudamérica hacia la construcción de varios bloques de poder plural e ideales que propicien una modificación en la correlación de fuerzas internacionales favorable a los países del Tercer Mundo representados en esa tribuna de los No alineados que por segunda vez en la historia, y primera en el siglo XXI, se reunirá en La Habana conducido por el liderazgo político y el ejemplo universal que encarna el Presidente cubano Fidel Castro.

Leyde Rodríguez

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