Objetivamente nos favorece la diversificación de los importadores. Ya ahora es una realidad, y no sólo en la dirección del Este. Vamos a suministrar petróleo a China y otros países de la zona asiática del Pacífico. A través del gasoducto Flujo Azul suministraremos gas a los países del Sur. Ello no obstante, el problema estriba en que las direcciones alternativas exigen tiempo y fuertes inversiones en la infraestructura.
En Rusia se suele hacer pronósticos de las consecuencias que pueda tener una eventual caída de los precios de petróleo. Y no es de sorprender. Los generales siempre se preparan para las guerras pasadas. Mientras tanto, yo no veo motivos por qué los precios de petróleo deben bajar en un futuro visible. Otro tema es el agotamiento de los yacimientos ya descubiertos. Las reservas de petróleo barato se acabarán, se tendrá que extraerlo de otras fuentes que requieren más inversiones, en Siberia del Este y en los zócalos de los mares. Según algunos pronósticos, hacia 2030, el costo de la extracción de petróleo en Rusia será de $40 a $60 por barril. En vista de tal situación, es menester dialogar con Europa. El asunto no radica en el dinero. Rusia dispone de dinero. Ni tampoco en las tecnologías. Se las puede adquirir. Lo fundamental son las valiosas experiencias europeas de extracción de petróleo “caro”. Es otro motivo sólido para que nuestras relaciones energéticas con la Unión Europea sean las de cooperación y no de conflicto, opina Víctor Ivanter, director del Instituto de Pronóstico Económico (Academia de Ciencias de Rusia).