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LA ADMISIÓN DE UCRANIA EN LA OTAN OBLIGARÁ A RUSIA A INGRESAR EN ALIANZAS ANTIOCCIDENTALES, OPINA EXPERTO

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En Washington y Kiev hablan en serio del más pronto ingreso, antes de 2008, de Ucrania en la OTAN. Se conocen asimismo los planes de inserción de Ucrania en la alianza sin ninguna clase de referéndums que ora darían sepultura a la idea de la ampliación (siempre y cuando sus resultados no sean falseados) ora provocarían una escisión aun mayor de la sociedad.

 

Pretenden impulsar el ingreso de Ucrania en la OTAN aquellos sectores que no están seguros de sus fuerzas, de la viabilidad del Estado ucraniano, que temen una Rusia más competitiva y que abrigan los designios de uncir Ucrania a la máquina político-militar de Occidente.

Se puede adivinar algunos motivos de Occidente, aunque no todos. En primer término, es el deseo de atar con mayor firmeza a Ucrania inestable y vacilante al sistema occidental. Seguramente, de cara a las elecciones, algunos políticos norteamericanos quisieran ganarse las simpatías de los electores procedentes de Europa del Este. Se intenta crear otro (aparte de Polonia) puntal político pronorteamericano en Europa. Máxime que el puntal polaco funciona mal. Varsovia resultó poco menos que en un aislamiento político en la gran Europa. Al propio tiempo, los tradicionalistas polacos sueñan con restablecer el dominio sobre Ucrania que habían perdido hace unos siglos.

Pero tampoco se debe desatender un factor como la incomprensión de las consecuencias que puede acarrear el ingreso de Ucrania en la OTAN. Entre Rusia y Ucrania no hay frontera delimitada. La frontera existe sólo en papel y sirve de fuente de ingresos para aduaneros corruptos. El acondicionamiento de una frontera con todas las de la ley generaría enormes problemas. Millones de ucranianos que trabajan en Rusia podrían perder su trabajo, millones de familias serían separadas. Surgirían decenas cuando no centenares de conflictos, el síndrome del pueblo dividido que hasta ahora se lograba evitar. Los sucesos podrían tomar un cariz parecido al yugoslavo, tal vez más suave, tal vez no.

Rusia no es Serbia. Rusia soportará, aunque por algún tiempo se debilitaría, viéndose forzada a ingresar en alianzas antioccidentales. Muchos en Moscú abandonarían el deseo de aplicar una política moderada. Espero que se logre evitar la confrontación con Occidente. Pero de todas formas nos veremos a dar una réplica dura y, posiblemente, en ocasiones desproporcionada, opina Serguei Karaganov, presidente del consejo editorial de la revista “Rusia en la política global”.

 

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