Desde el que el COVID-19 apareció por Europa, luego de su explosión en la ciudad china de Wuhan, los estudiosos lanzaron la teoría de la segunda ola, que al llamado viejo continente podría llegar para los meses de otoño e invierno.
También era invierno en Nueva York, por mucho el estado y la ciudad más afectados de Estados Unidos por el coronavirus, con cifras que dejaron pequeño lo que ocurrió en Wuhan, incluso en la totalidad de las urbes europeas.
Cambio hacia el sur
La llegada del verano en el hemisferio norte y las medidas sanitarias tomadas por la casi totalidad de los gobiernos disminuyeron considerablemente los contagios en esa parte del planeta, pero el sur, entonces en invierno, disparó sus cuentas. Y Brasil, que ya atravesaba un mal momento multiplicó sus cifras de enfermos, lo mismo que Suráfrica e India, países, por demás, con poblaciones muy elevadas.
En Brasil los contagiados superan los dos millones, al menos los registrados oficialmente, porque muchos consideran que las cifras pueden ser hasta 10 veces más altas, en tanto la cantidad de muertos es de casi 80 mil.
Otros países de Suramérica también enfrentan situaciones delicadas, en coincidencia con la temporada invernal, como Perú, Chile, Bolivia, por más que algunos aseguren que las cifras que se manejan distan de ser las exactas, por la cantidad de personas asintomáticas y las dificultades para hacer los test en aquellas zonas alejadas de los grandes núcleos poblacionales.
Lo mismo sucede en el sur de Asia y de África, pero hay excepciones, como Estados Unidos, donde el Gobierno renunció a establecer controles y a pesar del verano, el virus campea a su antojo.
Miami la excepción
Aquello de que toda regla tiene su excepción se cumple en la calurosa ciudad de Miami y en todo el estado de la Florida, epicentro en este momento de un crecimiento sin control del COVID-19, con cifras que superaron en las últimas 24 horas los 12 mil contagios a nivel estadual, a pesar de vivir un tórrido verano.
Esta vez no. Ahora fue el coronavirus, sobre todo porque sus pobladores, una mezcla heterogénea de norteamericanos, cubanos, venezolanos, haitianos y de cuanto país del mundo se les ocurra, prefirieron la posibilidad de disfrutar de las playas, los bares, las discotecas, que permanecer en casa y cuidar de su salud y la de sus familiares. Todo eso en medio de una fuerte posición gubernamental para mantener abiertos los puestos de trabajo, incluso con presiones para que las clases se reanuden a partir de agosto próximo con los alumnos en las aulas.
Todavía el número total de contagiados en la urbe (84.238) dista de Nueva York (221.419) o Los Ángeles (155.917) pero las cifras son escalofriantes, en tanto el sistema sanitario vive momentos intensos por la escasez de capacidades para atender a los enfermos, algunos de los cuales son devueltos a sus casas porque su situación no es complicada.
Otra ola, pero más leve
El renombrado inmunólogo italiano Mario Clerici, profesor de la Universidad de Milán, aseguró que habrá una segunda ola del COVID-19 pero que sería mucho más leve, porque el coronavirus se debilitará sustancialmente al impacto de la radiación ultravioleta en los meses de verano.
Los biólogos italianos colocaron el virus SARS-CoV-2, que provoca el COVID-19, en unas gotas de agua, imitando el efecto que surge al estornudar o toser una persona infectada, y lo sometieron a radiación ultravioleta de diversa intensidad, y concluyeron que, incluso en dosis pequeñas, son capaces de inactivar por completo el virus en contados segundos.
Los científicos también detectaron un vínculo entre el nivel de la radiación solar y la situación epidemiológica en diversas regiones del mundo: cuanto más alto es la radiación ultravioleta menos casos del COVID-19 se registran allí.
También aclaró Clerici que "el virus es el mismo, no ha sufrido cambios sustanciales y sigue siendo bastante agresivo. Pero tras un impacto duradero de la ración solar de los meses de verano se verá debilitado seriamente. Si antes observábamos la presencia de miles de partículas virales activas, capaces de provocar la enfermedad, tras el duradero impacto de la ración ultravioleta su número se reducirá en decenas de veces", subrayó.
Por último, como otra causa importante por la cual la segunda ola del covid podría resultar más leve, se refirió a la preparación del sistema de sanidad para combatir esta infección: "los médicos y los pacientes potenciales saben mucho más hoy día sobre este virus y comprenden mejor qué se debe hacer en una situación extrema. La combinación de estos dos factores permite esperar que la segunda ola sea más leve".