La medida afecta a los brasileños que hayan viajado a Canadá en los últimos diez años o que tengan un visado válido de no inmigrante en Estados Unidos.
A partir de ahora esos viajeros tan solo tendrán que solicitar una autorización especial, la Electronic Travel Authorization (ETA).
Los brasileños que no entren en esa categoría tendrán que seguir tramitando el visado, documento que cuesta alrededor de 100 dólares canadienses (casi 250 reales).