De hecho, la cooperación a alto nivel entre los dos aliados —en el marco de la OTAN— está rota, según escriben Adam Entous, Gordon Lubold y Dion Nissenbaum, corresponsales de The Wall Street Journal.
"Mientras la Casa Blanca estaba preparando un plan secreto para unir sus fuerzas especiales con las de Turquía, Ankara 'apretó el gatillo' para poner en marcha la misión de manera unilateral, sin avisar previamente a las autoridades de Washington", apuntan los autores.
El final de la coordinación añade, además, un nuevo elemento de tensión en las relaciones bilaterales entre Washington y Ankara después del fallido golpe de Estado del 15 de julio en Turquía.
EEUU informó a Ankara de que estaba dispuesto a proporcionar apoyo aéreo a las fuerzas turcas en el oeste, en la zona fronteriza que se veía amenazada por el avance de Daesh, pero no más allá, al sur del territorio sirio. Asimismo, los funcionarios estadounidenses informaron a los kurdos de que su apoyo militar dependería de sus avances hacia Al Raqa, la autoproclamada capital de Daesh, para evitar que se produjeran choques entre las dos fuerzas.
"Turquía acusa a los kurdos en Siria de ser una extensión del grupo separatista kurdo que utiliza coches bomba y ataques suicida en Turquía en su lucha por más autonomía", recuerdan los periodistas.
Los antecedentes de la intervención
"Según la propuesta original del mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, Ankara habría enviado 2.000 efectivos a la frontera mientras Washington se habría encargado de proporcionar sus comandos", detallan los autores.
No obstante, debido a que EEUU no respaldó la propuesta de su aliado dentro de la OTAN, ambos países acordaron utilizar el poder aéreo y la artillería para apoyar a las fuerzas terrestres en Siria —en este caso, a los rebeldes sirios—, que deberían haber despejado el tramo de 60 kilómetros de la frontera turco-siria.
"Pero las negociaciones entre EEUU y Turquía sobre realizar una operación conjunta se detuvieron unos meses después, debido a que los funcionarios del Pentágono y algunos generales turcos expresaron sus dudas acerca de la capacidad de Ankara para movilizar a la cantidad de efectivos suficiente para llevar a cabo la operación", indican los autores. "Al final, la misión fue calificada como inviable después de que Moscú interviniera en el conflicto sirio en 2015 para apuntalar al Gobierno de Bashar Asad", señalan.
De esta manera, la mayoría de los grupos rebeldes respaldados por Turquía se vieron involucrados en la lucha contra el régimen de Asad, por lo que no pudieron unirse a Ankara contra Daesh en el otro frente.
Una grieta creciente
A pesar del avance en las negociaciones, la intentona golpista del 15 de julio en Turquía incrementó las tensiones entre los dos países, aunque las autoridades de Washington y Ankara declararon que "no querían que la discordia afectara a su cooperación contra Daesh".
Después, prosiguen los corresponsales, tras la mejora de las relaciones entre Turquía y Rusia, Erdogan envió al país eslavo una delegación militar de alto nivel para discutir la operación de Rusia en Siria.
El 13 de agosto, las fuerzas kurdas tomaron el control de la ciudad siria de Manbij —situada en la ruta de abastecimiento entre Al Raqa y la frontera turca—. Poco después, las unidades kurdas empezaron a avanzar más al norte, hacia la frontera turca, contraviniendo los acuerdos entre Washington y Ankara sobre la futura retirada de los kurdos una vez que los yihadistas hubieran sido derrotados.
"El 17 de agosto, las fuerzas de seguridad de Turquía comenzaron a transportar a los combatientes aliados de los rebeldes sirios a lo largo de la frontera", precisan.
Al mismo tiempo, prosiguen los autores, "las unidades kurdas iban tomando más pueblos alrededor de Manbij en vez de retirarse del territorio". Además, "algunos de los líderes kurdos indicaron que su próximo objetivo sería la ciudad siria de Yarabulus, situada en la frontera con Turquía, —en vez de Al Raqa-. Con anterioridad, los oficiales estadounidenses habían sostenido reiteradamente que las fuerzas kurdas no tenían planes de tomar Yarabulus".
El pretexto
Según los autores, el 20 de agosto, Ankara obtuvo el pretexto ideal para lanzar su ataque cuando un terrorista de Daesh realizó un ataque terrorista contra una boda en la ciudad fronteriza turca de Gaziantep, que mató al menos a 54 personas.
Turquía pidió que un "contingente de las Fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses se reuniera con los comandos turcos para llevar a cabo ataques aéreos y coordinar la operación con los rebeldes que combatían sobre el terreno". Por su parte, Washington respaldó el plan propuesto por Ankara.
No obstante, detallan los autores, mientras el Pentágono se apresuraba en elaborar una intervención rápida, la Casa Blanca pidió "repuestas a ciertas preguntas antes de proceder con el plan". A las autoridades de EEUU les preocupaba, sobre todo, cómo se protegería a las Fuerzas de Operaciones Especiales de los combatientes vinculados a Al Qaeda.
Los turcos esperaban actuar inmediatamente, y en este sentido, la solicitud de la Casa Blanca, que requería tiempo, equivalió a no implicarse en la iniciativa.
El 23 de agosto, la Casa Blanca informó al Pentágono de que estaba preparada para negociar las condiciones de la participación de las Fuerzas de Operaciones Especiales de EEUU en Turquía. Sin embargo, a la noche siguiente, Ankara lanzó su ofensiva sin avisar previamente a los oficiales estadounidenses.
"Según indican fuentes dentro de la Administración del presidente de EEUU, la propuesta de Turquía nunca llegó a la mesa de Barack Obama", destacan los corresponsales.
De esta manera, a pesar de que Turquía está declarando públicamente que la campaña era una operación conjunta con EEUU, "los primeros ataques aéreos realizados por parte de aviones turcos en Yarabulus se realizaron de manera unilateral".
Después de que los comandantes militares de EEUU se enteraran de que Turquía había iniciado la ofensiva en Siria sin su participación, Joseph Votel, el comandante del Mando Central de EEUU, tomó la decisión de proporcionar a los turcos "apoyo aéreo limitado a través de aviones no tripulados, F-16 y A-10".
Por lo tanto, en vez de participar en la primera línea, las Fuerzas de Operaciones Especiales de EEUU ocuparon posiciones en el territorio turco para ayudar a dirigir los ataques aéreos de EEUU lanzados desde el exterior.
Ahora, "los funcionarios de EEUU reconocen haber subestimado la determinación de Turquía por mantener la ciudad de Yarabulus", concluyen los autores.
Sin embargo, agregan, lo que más preocupa a EEUU es que un país miembro de la OTAN se pueda ver estancado en el conflicto sirio y "aliviar involuntariamente la presión sobre Daesh".