"No podemos llegar a la conclusión de que la intervención sea siempre incorrecta", declaró.
Si las autoridades tomaran la difícil decisión de intervenir en otro país, haría falta una mejor planificación, explicó el líder británico ante el Parlamento.
La guerra en Irak comenzó en la primavera de 2003 cuando EEUU y sus colaboradores, entre ellos, Gran Bretaña entraron en el país árabe con la intención de derrocar el régimen de Sadam Husein.
Como resultado de la invasión, murieron 200 británicos entre militares y civiles en el periodo estudiado por la comisión (entre 2001 y 2009).
Según las estimaciones más bajas murieron 150.000 iraquíes y hubo un millón de desplazados por un conflicto con violentas ramificaciones hasta el momento presente.