Un tribunal de Hong Kong ha empezado a juzgar hoy las torturas sufridas por una criada indonesia en un caso que ha escandalizado a la excolonia y ha expuesto lo indefenso que se encuentra el personal de servicio.
Las fotos de Erwiana Sulistyaningsih en un hospital indonesio, demacrada y con el cuerpo amoratado, dieron la vuelta al mundo y empujaron al presidente de su país, Susilo Bambang Yudhoyono, a denunciar el trato como tortura.
Sulistyaningsih ha contado hoy como durante ocho meses fue privada de comida y sueño, humillada y golpeada por su empleadora, Law Wan-tung, una antigua esteticista.
La criada, de 23 años, sólo podía dormir cuatro horas entre la 1 y las 5 de la tarde y sólo era alimentada con pequeñas cantidades de arroz y pan.
También ha revelado que fue arañada, abofeteada y golpeada con perchas, palos de escoba o escaleras. Incluso que su empleadora en una ocasión introdujo el tubo de la aspiradora en su boca cuando el aparato estaba en marcha, según la televisión local RTHK.
"Me pegaba a menudo… a veces desde atrás, otras veces de frente. Me golpeó tantas veces que me provocaba migrañas. Me pegó en la boca y tuve problemas para respirar", ha explicado a través de un traductor en el primer día del juicio.
Law se enfrenta a 21 cargos (algunos en relación con sus dos criadas previas) como la producción de heridas corporales graves, la intimidación criminal o el impago salarial. La acusada sólo ha admitido que no le firmó el seguro obligatorio laboral.
El caso de Sulistyaningsih sacó a la calle a miles de hongkoneses para exigir la mejora de las condiciones de las 300.000 criadas del territorio, indonesias y filipinas en su mayoría.
Una veintena de miembros de una organización que defiende los derechos de las criadas han protestado frente a las puertas del juzgado y pedido el final de "la moderna esclavitud".
Hong Kong ha establecido un salario mínimo para las trabajadoras domésticas de 520 dólares, lo que atrae a muchas mujeres de los empobrecidos países el entorno.
Pero aunque el sueldo es relativamente alto, los expertos denuncian que muchas mujeres que sufren malos tratos u otras injusticias son reticentes a denunciarlas por temor a perder su medio de vida y ser deportadas.
La revista Time incluyó meses atrás a Sulistyaningsih en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo.