La periodista y disidente Gao Yu ha empezado a ser juzgada en un tribunal pequinés hoy por revelación de secretos de Estado en el último caso que revela la vuelta de tuerca del Gobierno hacia todas las voces discordantes.
El juicio se ha celebrado a puerta cerrada y entre severas medidas de seguridad en el Tribunal Intermedio Número 3 de la capital y con la policía prohibiendo el acceso a cientos de metros de distancia a la prensa extranjera.
Gao está acusada de haber obtenido y filtrado a los medios extranjeros un documento interno del Partido Comunista de China que pedía a los cuadros extremar la censura contra "las ideas reformistas y liberales" de Occidente.
Esa circular, conocida como "documento número 9", apareció publicada en agosto pasado en una web de Hong Kong y sirvió para que los observadores extranjeros apuntalaran sus acusaciones al Gobierno de Xi Jinping de extremar la campaña contra la disidencia.
El documento pedía luchar contra conceptos como la democracia occidental, la sociedad civil, la libertad de prensa o los valores universales.
La acusación de revelación de secretos, un delito con contornos muy difusos, puede acarrear la cadena perpetua.
Gao apareció en televisión meses atrás luego de reconocer haber cometido un "grave error". Sus abogados han explicado que aquella confesión llegó después de que las autoridades la hubieran amenazado con castigar a su hijo y que ella nunca supo que iba a ser emitida en televisión.
Gao, de 70 años, ha colaborado en varios medios de comunicación extranjeros en China.
La pertinaz defensora de la libertad de prensa ya había estado en la cárcel por su apoyo a las protestas de Tiananmén de 1989.
En 1990 fue a prisión para cumplir una condena de seis años, también por revelación de secretos de Estado.
El juicio a Gao coincide con la revocación de la apelación de Ilham Tohti, el más célebre defensor de los derechos de la etnia uigur.
Tohti, un respetado profesor universitario de 45 años, fue condenado recientemente a cadena perpetua por separatismo en una decisión criticada por Europa y Estados Unidos.
