La fuerte dependencia del carbón como fuente de energía causa en China unas 670.000 muertes anuales, según un estudio de la prestigiosa Universidad Tsinghua, que urge a tomar medidas a corto plazo.
Teng Fei, profesor del centro y director del estudio, recuerda que el crecimiento económico de dos cifras durante tres décadas ha dejado al 70% de la población que soporta niveles de contaminación por encima de la normativa nacional y que el 10% (casi 160 millones de personas) respira concentraciones de partículas dañinas que multiplican por diez los niveles considerados seguros por la ONU.
El estudio asegura que las partículas contaminantes más pequeñas y dañinas (las conocidas como PM2.5) están vinculadas con las 670.000 muertes registradas en 2012 por ataques, cáncer de pulmón, problemas de corazón y de insuficiencia respiratoria.
La estimación es conservadora, según Li Guoxing, de la Escuela de Sanidad Pública de la Universidad de Pekín. "El coste del estudio está basado solo en las muertes prematuras debido a las limitaciones de los datos para la investigación, pero sería más alto si incluyéramos otras enfermedades crónicas", ha declarado al diario hongkonés South China Morning Post.
China saca del carbón aún las dos terceras partes de su energía a pesar de los esfuerzos ímprobos del Gobierno por virar el sistema productivo hacia las energías limpias. Según cálculos oficiales de Estados Unidos, en 2040 todavía supondrá el 50% de la energía nacional.
Hace tiempo que Pekín defiende el crecimiento sostenible. Wen Jiabao, el ex primer ministro, ya se refirió 48 veces al "medio ambiente" y la "contaminación" en un discurso de 2007.
La contaminación ha convertido la capital en "apenas apta" para la vida, según un informe publicado el pasado año por dos academias de Ciencias Sociales de Pekín y Shanghái. Solo Moscú muestra un cuadro medioambiental peor entre las 40 principales ciudades del mundo estudiadas. Grandes dosis de contaminación atacan la capital china al menos una vez a la semana, según un estudio internacional de 2012.
Otros estudios habían aludido ya a los efectos de la contaminación en la salud humana. Los habitantes del norte del país viven una media de 5,5 años menos que los del sur, según un estudio de junio pasado de la Academia Nacional de Estados Unidos, debido al reparto gratuito de carbón que recibían los primeros para combatir el mayor frío. Los 500 millones de chinos septentrionales han perdido más de 2.500 millones de esperanza de vida por enfermedades cardiorrespiratorias porque inhalaron un 55% más de carbón que los meridionales.
China destinará 1,7 billones de yuanes (277 mil millones de dólares) a reducir las emisiones en 2017 un 25% respecto a las actuales en algunas zonas del norte, especialmente Pekín, Tianjin y la provincia de Hebei. También ha prometido recompensas a las ciudades que consigan "progresos significativos" en la reducción de gases y enviado supervisores para comprobar que se cumplen las directrices.
Los esfuerzos permitieron que en el primer cuatrimestre de este año bajara el consumo de carbón nacional por primera vez en este siglo. La reducción de entre 1 y 2% contrasta con las subidas continuadas de entre el 5 y el 10% anteriores.
Acabar con la dependencia del carbón exige un cambio de patrón productivo radical que se ve lejano. China gastará en energías renovables 473 mil millones de dólares en 2015, que hoy le dan un escaso 9% de su energía. Las fuentes renovables están concentradas en el oeste rural del país y su traslado a las urbes industrializadas del este es problemático.
