A falta de contar los últimos votos el partido republicano habría alcanzado un resultado histórico.
Tras ganar en Colorado, Virgina Occidental, Arkansas y Dakota del Sur, Montana, Louisiana, Iowa y Georgia, habrían sobrepasado la mayoría de 51 senadores necesaria para controlar la Cámara Alta. Se trata de un vuelco rotundo, que deja a la Casa Blanca del presidente Barack Obama paralizada en el legislativo y con la perspectiva de dos años de dura batalla hasta las elecciones ejecutivas de 2016.
No acaban aquí los males del partido demócrata. Hoy también se elegían gobernadores en varios Estados, e Illinois y Florida serán republicanos. Los demócratas conservan, eso sí, Nueva York y New Hampshire. Dice la CNN que siempre podrán consolarse pensando que el 2016 será también año de elecciones a las dos Cámaras y estarán en juego Estados tradicionalmente más favorables.
Es muy posible, como también el que la mayoría republicana, que ha consolidado su triunfo revalidando la mayoría en el Congreso, tendrá que comenzar a sacar adelante iniciativas. La postura obstruccionista, de confrontación unánime con las políticas de Obama, acaso ya no resulte tan favorable de cara al electorado ahora que ha recibido el mandato inequívoco de legislar.
Lo único seguro es que estas elecciones, convertidas de hecho en un plebiscito sobre Obama, dejan al presidente maltrecho. A despecho de una economía en franca mejora, los problemas se acumularon en el Despacho Oval. Desde la guerra en Siria e Irak al ébola todo fueron malas noticias. Quien quiera que aconsejara al presidente no tomar partido en la reforma migratoria, temiendo que espoleara al votante republicano, dejó a muchos hispanos en casa, renunciando en parte a uno de los sustentos demográficos que consolidaron las victorias de Obama en 2008 y 2012.
