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La crisis se enquista en la víspera del Día Nacional de China

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El Jefe Ejecutivo de Hong Kong, CY Leung, ha rechazado negociar con los líderes del movimiento prodemocrático a pesar de que estos habían amenazado con ampliar la campaña de desobediencia civil si no se reunían antes de esta medianoche.

El Jefe Ejecutivo de Hong Kong, CY Leung, ha rechazado negociar con los líderes del movimiento prodemocrático a pesar de que estos habían amenazado con ampliar la campaña de desobediencia civil si no se reunían antes de esta medianoche.

El conflicto que afecta a la excolonia se ha enquistado y carece de signos optimistas en la noche previa al Día Nacional de China, cuando se espera que las protestas alcancen su punto álgido. Fuentes de los manifestantes esperan 100.000 manifestantes y Hong Kong ya ha cancelado la tradicional sesión de fuegos artificiales.

La plataforma cívica Occupy Central había desestimado antes la orden del Gobierno hongkonés a terminar urgentemente con la ocupación ilegal de algunos de los distritos de la ciudad.

"Los fundadores de Occupy Central habían dicho repetidamente que si el movimiento salía fuera de control, pedirían su final. Ahora les pido que cumplan la promesa que habían hecho a la sociedad y detengan la campaña inmediatamente", ha declarado hoy Leung en su primera intervención pública después de que la policía utilizara gases lacrimógenos contra los estudiantes el domingo.

Hong Kong se ha asentado en la anormalidad tras cinco días de protestas ciudadanas. Los distritos tomados por las masas, las calles cortadas al tráfico, las tiendas vacías o los estudiantes en huelga ya no extrañan en la que fue hasta la semana pasada la urbe más perfectamente engrasada para los negocios. La pretensión inicial de Occupy Central se ha quedado corta: además del distrito financiero ha caído también Wanchai y Admiralty, el eje clave de la isla. La protesta ha adquirido un tono lúdico después de que la presencia policial se haya reducido a lo imprescindible.

Pekín, que afronta su mayor desafío en décadas, ha pasado la responsabilidad de la crisis al Gobierno de la excolonia. El presidente Xi Jinping se ha limitado a desear que Hong Kong dibuje un futuro incluso mejor "en la gran familia de la patria". Leung, señalado como un títere de Pekín, esperó a que las protestas se desbordasen para ofrecer más diálogo. El líder, sin embargo, ha aclarado que el sufragio universal de 2017 se celebrará con una comisión que filtrará a los candidatos, un mecanismo rechazado por los prodemócratas.

El paso de los días sólo ha enturbiado aún más las relaciones. Leung exige el final de las ocupaciones mientras los líderes de la protesta piden su dimisión, una reclamación que no venía en el paquete inicial.

Las concentraciones se suceden sin novedades remarcables. Estudiantes reparten galletas, zumos o té en un contexto de sobreabundancia y buen ambiente. Un chaparrón ha amenazado con arruinar esta noche las protestas, pero las primeras gotas fueron contestadas con la apertura de miles de paraguas y el reparto de fundas de plástico para proteger los móviles de los congregados.

La prensa occidental mete en el mismo saco de prodemócratas a todos cuando una rápida encuesta lo desmiente. Muchos de los miles de estudiantes que insuflaron aire a la protesta la semana pasada cuando ya languidecía siguen tan apolíticos como siempre y están mucho menos preocupados por las elecciones libres que por mostrar su indignación con la intervención policial de la madrugada del domingo. La mayoría se sumó a la protesta al día siguiente.

La policía repelió con gas lacrimógeno, espray de pimienta y algunos palos a los estudiantes que querían entrar por la fuerza en la sede gubernamental. En cualquier país occidental la policía habría resuelto una invasión similar con menos tacto, pero Hong Kong es un oasis donde no se han utilizado gases lacrimógenos en una década y la imagen de adolescentes golpeados multiplicó por tres a los congregados.

Joanne Tsoi, estudiante de Empresariales de 21 años, fue de las que se sumaron tras aquellos hechos y muestra su indignación ante el papel de la policía y el Ejecutivo de Leung. "A mis padres no les he dicho que he venido aquí. Ellos son de Fujian (China del interior), son más tradicionales y piensan que has de obedecer siempre al Gobierno en todo", sostiene.

Los estudiantes se han aprovisionado de víveres para pasar una larga temporada frente a la sede del Gobierno isleño en el distrito de Admiralty y de material de defensa para repeler un hipotético intento de desalojo policial.

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