Los latinos de EEUU se sienten traicionados por el anunció de la Casa Blanca de que retrasará cualquier medida relacionada con la inmigración hasta después de las elecciones legislativas del próximo noviembre.
Desde el campo político, incluidos numerosos congresistas demócratas, y también desde varias organizaciones sociales, el mensaje resulta unánime: el presidente Barack Obama ha antepuesto los intereses de los candidatos al Congreso y al Senado, especialmente en aquellas circunscripciones donde la lucha será más reñida, a la emergencia provocada por la inmigración ilegal.
«Nos parece una decisión mal informada, la de postergar el alivio migratorio para nuestros seres queridos», comentó a Univisión Jorge Mario Cabrera, portavoz de CHIRLA (Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes). «Los cambios administrativos para que millones de personas emerjan de las sombras del quebrado sistema migratorio son necesarios ahora, no mañana», añadió.
«El presidente Obama ha cementado su designación como jefe de los deportadores ('Deporter in Chief') al retrasar el uso de las acciones ejecutivas que detengan la deportación de millones de inmigrantes», reza la página web de United We Dream (UWD), la influyente asociación que defiende los derechos de los 'Dreamers', jóvenes que llegaron a EEUU siendo niños y que han pasado en el país casi toda su vida. Y la UWD dice más: «2.229.821, ese es el número de madres, padres, vecinos y amigos que el presidente Obama ha deportado».
La UWD ha puesto en marcha campañas como #WeCan'tWait, en la que urgen a no esperar la colaboración de los Republicanos para aliviar la indefensión legal de millones, así como actos de acoso civil a aquellos políticos que más se han significado en favor de las deportaciones masivas. Convencida de que Washington sigue sin considerar clave el voto latino, la organización promete un otoño caliente.
Por su parte el Consejo Nacional de la Raza, una de las organizaciones latinas más influyentes de EEUU, ha comentado por boca de su presidenta, Janet Murguía, que «cuando el candidato Obama nos pidió nuestro apoyo en el 2008 y el 2012 como comunidad latina, nos dijo que votáramos basándonos en nuestras esperanzas para el futuro y no en nuestros temores. Pero el presidente Obama ha (…) derribado las esperanzas de millones de inmigrantes trabajadoras que viven bajo el miedo constante de ser deportados, y miles de seres humanos serán separados de sus familiares entre hoy y el día de las elecciones».
En su durísimo comunicado Murguía recalcó que «estas familias han contribuido enormemente a este país. Lo único que piden es la oportunidad de salir de las sombras y seguir contribuyendo a la nación donde han vivido por más de una década. Su sufrimiento y el de sus familiares, quienes incluyen hijos y esposos/esposas ciudadano-americanos, debe de caer sobre las conciencias de cada persona responsable por este aplazamiento, para a continuación añadir que «los demócratas del senado y los republicanos de la cámara se han entregado a sus temores políticos, evitando hacer lo mejor para el país al que han jurado servir. No deben de dormir tranquilos esta noche (…) los sueños que hoy han destruido les perseguirán en el futuro».
Pero las críticas no sólo le llueven a Obama desde el lado progresista. «Obama sacrifica a los latinos para salvar a los demócratas», titula hoy Mercedes Schlapp, antigua integrante del gabinete presidencial de George W. Bush, en U.S.News, mientras el portavoz republicano en el Congreso, John Boehner, iba más allá, pues a su juicio antes que aplazar cualquier decisión unilateral sobre la cuestión migratoria «el presidente debería de abandonarla sin más».
