El video de un panda en un zoo tailandés ha generado la preocupación en China por su estado y el trato que pueda estar recibiendo.
Lin Hui, una hembra de 13 años enviada en préstamo, aparece mordiendo con extrema dificultad una manzana debido a su dentadura arruinada.
Un experto citado por el Diario Comercial de Chengdu asegura que la causa podría ser el tipo de bambú que se le suministra: mientras los pandas en China sólo reciben el más tierno y con un diámetro de apenas 1,5 centímetros, la modalidad tailandesa del bambú suele ser más dura y gruesa, lo que provoca dificultades a los animales.
Los internautas chinos han acusado al Zoo de Chiang Mai de alimentar con bambú barato a los pandas. El Diario Sing Sian, localizado en Tailandia pero escrito en mandarín, ha denunciado que el zoo apenas cuenta con un presupuesto mensual de 1.200 yuanes (menos de 200 dólares) para la comida de los dos pandas.
El centro ha respondido que detectaron la anormal erosión en la dentadura de Lin Hui unos seis meses atrás. Tras someterle a rayos-X y consultarlo con expertos chinos, llegaron a la conclusión que se debía a un problema genético. El estado del animal después del tratamiento, asegura el zoo, es bueno.
Los pandas gigantes o Ailuropoda melanoleuca son un tesoro nacional chino. La especie, en peligro de extinción, llega a medir 1,80 metros de altura y pesar 135 kilos. Son fósiles vivientes, auténticos carnívoros reconvertidos en herbívoros. Aunque en la antigüedad poblaron los bosques asiáticos desde Vietnam a Myanmar y el norte de China, ahora solo habitan en las provincias centrales de Sichuán, Gansu y Shaanxi, en ocasiones en territorios situados hasta 3.500 metros de altitud.
La inseminación artificial es la única vía para su supervivencia dados sus problemas para la reproducción natural. La apatía sexual les caracteriza casi tanto como su pelaje blanco y negro. Pekín ha variado su diplomacia del panda: mientras antes los regalaba en gesto de buena voluntad, ahora los cede.
