El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, manifestó hoy que Moscú no politiza sus contratos de gas con Ucrania sino que insiste en el respeto de los compromisos internacionales.
“Los intentos de arrinconarle a uno jamás favorecen el desarrollo de buenas relaciones, por no hablar ya de una espinosa relación estratégica, así que Rusia no lo intenta en sus relaciones con Ucrania”, destacó Lavrov tras reunirse en Moscú con su homólogo ucraniano Konstantín Grischenko.
Agregó que Moscú se guía por los principios de cooperación estratégica y se atiene a una norma universal, que es “el respeto de los compromisos internacionales, incluidos los contratos y los convenios intergubernamentales”.
El canciller ucraniano, a su vez, afirmó que ambas partes procurarán “hallar una solución mediante negociaciones bilaterales”, sin necesidad de elevar el asunto al examen del Tribunal de Arbitraje de Estocolmo.
Ucrania insiste en revisar, por “injusta”, la fórmula del precio del gas prevista en sus contratos a largo plazo con Rusia. Ésta última se declara satisfecha con los acuerdos en vigor pero está dispuesta a examinar las sugerencias de Ucrania, entre ellas, la de bajar el precio base de 450 a 350 dólares por mil metros cúbicos, así como vincular la fórmula a los precios del carbón, y no a los del crudo como ahora.
Otra intención de Ucrania es reducir en un tercio – hasta 27 mil millones de metros cúbicos – las importaciones del gas ruso a partir del próximo año. El grupo gasista ruso Gazprom recordó en este contexto que los contratos obliga a Kiev a pagar al menos 33 mil millones de metros cúbicos independientemente de la cantidad efectiva del gas que importe.
El primer ministro de Ucrania, Mykola Azarov, dijo que su Gobierno planea liquidar la corporación nacional del petróleo y el gas Naftogaz y poner bajo revisión la totalidad de los acuerdos que tenía firmados.
Dmitri Peskov, portavoz del primer ministro ruso Vladímir Putin, declaró por su parte que la revisión de los contratos gasistas con Ucrania sería posible únicamente en caso de una fusión entre Gazprom y Naftogaz. La reorganización de esta compañía ucraniana, según él, implicaría para su sucesor legal la necesidad de acatar los acuerdos en vigor para cumplir los compromisos contraídos ante Rusia.
