"El comandante de las Fuerzas Aerotransportadas, el coronel general Shamánov, estableció que el alcance de los proyectiles a reacción debería ser el mismo que la zona de alcance de las ametralladoras y francotiradores, que es de 800 metros", explicó el director del instituto.
No obstante, la versión actual del lanzagranadas colocado bajo el cañón del fusil Kaláshnikov tiene ciertas limitaciones técnicas que no permiten aumentar su capacidad.
"Esto se debe principalmente al retroceso, por la fuerza que provoca un movimiento en sentido contrario al de la salida del proyectil", explica Varénij, lo que supone una limitación mecánica para el uso correcto del mecanismo.
El nuevo método será igual al de los modernos lanzagranadas RPG-7. Inicialmente, el proyectil se lanza desde un tubo mediante un impulso de primera fase. Luego, se activa un motor a reacción y la munición se dirige a su blanco. En total, el nuevo sistema de lanzagranadas ofrecerá a los militares rusos un alcance de entre 800 y 1.200 metros.
Al mismo tiempo, para hacer el fusil más estable, el peso del lanzagranadas fue aumentado con el fin de evitar que el tirador se lesione por la fuerza del retroceso.