Se llama Kushila Stein, tiene 47 años y ha navegado toda su vida. Un día decidió ayudar a un británico llamado Mike a hacer llevar a un yate desde el sur de Turquía hasta Atenas. En el camino, decidió "estirarse", como dice su madre, fue en un bote inflable a la isla de Folegandros. En el camino de regreso, perdió uno de los remos, y un fuerte viento la llevó al mar abierto.
Stein pasó 37 horas en el bote inflable.
Tenía allí muy pocas cosas, pero aunque pequeñas le ayudaron a sobrevivir hasta la llegada de los rescatistas: un paquete de caramelos, bolsas de basura de color rojo y un espejo para dar señales, informa New Zealand Herald.
Finalmente, la guardia costera griega la encontró, luego de lo cual fue llevada al hospital en un estado de hipotermia y deshidratación.
Según la prensa de Nueva Zelanda, después de salvar a Kushila, llamó a su madre y le dijo que estaba bien e incluso le quedaba un caramelo.