La mujer al volante iba por una carretera del condado de Hampshire, en Inglaterra, cuando vio que había algo parecido a un humano recostado en medio de la calzada. Detuvo la marcha, se bajó del coche e inspeccionó el bulto en la calle por unos instantes. Tras concluir que era un espantapájaros, se subió al vehículo y pisó el acelerador, según consigna el diario The Telegraph.
El jurado consideró que Marian Watt, la conductora, efectuó una decisión "horrible, inexplicable y lamentable", que "ningún conductor cuidadoso o competente hubiera tomado". No se saben las circunstancias que llevaron a que la víctima, Laurence John, estuviera en la calle, pero tomó un par de copas junto a su pareja y su hermano. El dueño del bar pensó que no estaba borracho, sino un poco alegre, por lo que nadie se alarmó cuando John dijo que volvería a su casa caminando.
El señor John aseguró ante la corte que entre las secuelas del episodio sufre un dolor intenso, que solo se alivia cuando está recostado en posición invertida, "como un murciélago". Así está durante 75% de su tiempo, indica el periódico, por lo que debió abandonar el montañismo y otras actividades al aire libre.
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"A veces pienso que hubiera sido mejor que Marian Watt hiciera un trabajo decente en mí y me matara. Ese es el punto de la desesperación en la que me encuentro cuando pienso en los últimos 10 meses y el futuro", dijo la víctima en la corte. Además de la sentencia de prisión, Watt estará impedida de conducir por dos años tras su excarcelación, y deberá tomar luego una prueba de conducción especial.