El suceso se dio en las inmediaciones de Sorong, una ciudad en la provincia de Papúa Occidental. Todo comenzó cuando un hombre identificado como Sugito recogía pasto para alimentar animales en la cercanía del sitio donde se ubicaban los reptiles, informa el portal australiano ABC News.
En un momento, la víctima fue atacada por las fauces de un cocodrilo. Aunque pidió ayuda a los gritos, cuando las demás personas se percataron de la situación, ya era demasiado tarde para salvarlo.
Al parecer, en el pueblo rige la máxima del refranero popular de "quien a hierro mata, a hierro muere", pues alrededor de 600 habitantes decidieron ir armados con lo que tenían a mano, una vez que sepultaron a Sugito.
Según el sitio web australiano, una de las sospechas es que la seguridad del criadero no haya sido garantizada como correspondía y que por eso un animal se haya podido adentrar a los terrenos cercanos.
No obstante, matar cocodrilos como los de este episodio es ilegal en Indonesia, pero hasta el momento ninguna persona ha sido procesada por tal hecho.