¿Qué sabemos sobre las mujeres tayikas? En realidad, no mucho, tanto como sobre esta nación en general.
Las tayikas son principalmente musulmanas, lo que en gran medida se explica por su educación tradicional y estricta. Toda mujer tayika debe respetar, como mínimo, tres prohibiciones importantes.
NO a las cejas depiladas
Tal vez una de las prohibiciones más sorprendentes de Tayikistán es que las chicas no pueden depilarse las cejas antes de casarse.
Primero, las cejas depiladas son un signo de las mujeres casadas. Por eso, los novios potenciales suelen evaluar a una muchacha no solo por sus maneras, sino también por sus cejas, para saber si está casada o no.
En segundo lugar, el islam —que profesan el 99% de los tayikos— no acepta los cambios importantes en una creación de Dios.
NO a las citas para jóvenes
Antes de casarse a las tayikas se les prohíbe categóricamente salir con hombres, tener citas románticas a la luz de las velas, ir al cine o caminar bajo la lluvia con personas del sexo contrario. Por lo tanto, ni pensar en darse besos o agarrarse de la mano.
¿Y cómo crear una familia en tales condiciones? A las tayikas se les permite enamorarse antes del matrimonio y elegir a su futuro marido, pero es extremadamente importante para los hombres que su futura media naranja sea virgen.
NO a esperar hasta los treinta para contraer matrimonio
No hay nada más terrible para una madre tayika que una hija solterona. Apenas una chica cumpla 18 años, los padres comienzan a recoger la dote.
Si la hija es terca, exigente y tiene grandes planes para su crecimiento personal y profesional, según su mentalidad, suele traer problemas en casa. Si la hija espera para casarse hasta los 30 años, corre el riesgo de quedarse solterona. En aquel momento, la hija del vecino ya tendrá tres hijos.
Entre otras prohibiciones particulares, válidas tanto para las mujeres como para los hombres, están la celebración de fiestas exuberantes. Por ejemplo, hay limitaciones respecto a las bodas, cumpleaños y fiestas de fin de curso para escolares. La razón es simple: en Tayikistán es habitual gastar mucho dinero en celebraciones que los ciudadanos no se pueden permitir. Para prevenir tristes consecuencias, el presidente Emomali Rahmon puso coto al derroche.
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