El piloto, que se estaba entrenando junto a un instructor, realizaba un vuelo de entrenamiento al oeste de la ciudad de Eastbourne (Reino Unido), en un espacio aéreo no controlado.
En un momento dado, el instructor giró el volante bruscamente a la derecha. Un poco más tarde, se hizo evidente que esta maniobra había sido imprescindible para evitar la colisión contra un jet privado que pasaba muy cerca.
Según el joven piloto, su entrenador logró reaccionar de manera muy rápida para evitar la catástrofe.