Por la noche, las ondas de radio alcanzan distancias más largas que durante las horas del día y eso se debe a cambios en la ionosfera que aumentan la densidad de las partículas cargadas, lo que facilita la transmisión de las señales.
Sin embargo, el ambicioso proyecto enfrenta dos grandes problemas. La primera dificultad es construir un generador de plasma lo suficientemente pequeño como para caber en un microsatélite, mientras que la segunda es la complejidad de calcular la difusión del plasma necesaria en la atmósfera.
La manipulación de la ionosfera no es una idea inédita. De hecho, el programa de investigación de aurora activa de alta frecuencia —Haarp, por sus siglas en inglés— suele estimular la ionosfera con radiación desde diversas antenas terrestres para generar el plasma.