El comunicado explica que las combinaciones reaccionan a la radiación y a la temperatura. Existe la posibilidad de crear unos sensores que reaccionen a la radiación, basados en estos nuevos compuestos.
"Si los dejamos en condiciones normales, por ejemplo, sobre una mesa, van a saltar espontáneamente durante dos o tres meses. Eso pasa porque la combinación va descomponiéndose, emitiendo oxígeno, que se acumula dentro de los cristales. Paulatinamente crece la tensión y estos pequeños depósitos explotan. Si guardamos los cristales en la nevera, dejarán de moverse. Dentro de un tiempo, se puede sacar y el efecto se recuperará", explica el director de la entidad, Víctor Ovcharenko.
Los compuestos también cambian de color al bajar la temperatura, dice Ovcharenko.
"Normalmente la sustancia en esas condiciones pierde el color, pero el efecto de nuestros objetos es exactamente contrario, su color se profundiza", explicó el experto.
Este efecto puede ser muy importante para crear dispositivos indicadores que funcionen en condiciones de temperaturas muy bajas. Por ejemplo, el cosmonauta que trabaja en el espacio abierto, podría controlar mejor la temperatura. Asimismo estos sensores pueden utilizarse en el Ártico.
