El niño nació el 8 de enero en la provincia de Zhejiang, dos meses antes de tiempo. Los médicos le pusieron en una incubadora, donde permaneció durante 23 días. Luego, sus padres, a pesar de las recomendaciones de los doctores, decidieron llevarle a casa. Querían celebrar el Año Nuevo chino junto con su hijo.
El niño enfermó dos días después por lo que lo trasladaron a un centro médico. El 4 de febrero los médicos constataron la muerte del bebé. El "cadáver" fue dejado en la morgue, con temperaturas de —12 grados bajo cero, por unas 23 horas.
El día siguiente, cuando el niño fue sacado del congelador para incinerarle, el infante empezó a llorar. Los empleados se comunicaron inmediatamente con la familia del niño y después de eso le llevaron a terapia intensiva.
El Dr. Chen, quien anunció la muerte del pequeño, expresó su asombro: "Sinceramente, no puedo entender cómo ha podido suceder este milagro". El director del hospital subrayó que el personal tenía que asegurarase de la muerte del paciente.
El primero de enero en China entró en vigor una ley que permite a las parejas tener hasta dos niños. Se espera que esta medida ayude aumentar la población en edad laboral para 30 millones en el año 2050. Para 2029 se prevé que la población total de la República Popular alcanzará su máximo de 1,45 mil millones de personas.
La campaña china de control de natalidad, conocida como "una familia, un hijo", se realizaba desde 1979. Con este programa el gobierno limitaba el crecimiento de la población y para el año 2000 alcanzó 1,2 mil millones de habitantes. Pero el deseo de tener un hijo llevó a un desequilibrio de género —por el momento los hombres superan a las mujeres en 20 millones-. En 2020 esta brecha llegará a 24 millones. Las autoridades chinas tratan de estimular el nacimiento de niñas mediante diferentes medidas, pero resulta muy difícil luchar con la costumbre.
