Existe la expectativa general de que con la vacuna se dará vuelta rápidamente la página a la peor crisis económica global de la era moderna.
Las potencias económicas están en una mejor situación relativa para esa recuperación, en cambio regiones postergadas y desiguales, como América Latina, tienen un horizonte más complejo.
Reparación
Existe coincidencia en que la pandemia ha tenido graves impactos negativos en lo económico, productivo y social en Latinoamérica, con secuelas y efectos a mediano plazo sobre el crecimiento, aumentos en la desigualdad, pobreza, desempleo.
Esos organismos internacionales calculan que retomar los niveles de actividad económica (PIB) a niveles precrisis tomará varios años y que ese proceso de recuperación será más lento que el registrado luego de la crisis subprime de 2008.
Recomiendan que para la reparación de los daños de la pandemia y la posterior transformación económica y social será esencial mantener y profundizar las políticas macroeconómicas activas.
Y afirman que mantener una política fiscal expansiva requiere de un marco de sostenibilidad centrado en el fortalecimiento de los ingresos y el acceso a financiamiento en condiciones adecuadas.
La peor de todas las crisis
El más reciente "Estudio Económico de América Latina y el Caribe" de la CEPAL insiste con que la COVID-19 ha llevado a la economía mundial a la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.
En los Estados Unidos se prevé una contracción del PIB del 6,5%, y para la zona del euro, del 8,7%. En ambos casos, los procesos de recuperación de la actividad que comenzaron a finales de abril con la reapertura gradual de las economías podrían estar en riesgo, dados los rebrotes de la enfermedad que se están observando.
Dentro del grupo de las economías emergentes, actualmente se proyecta un crecimiento solo del 1% en China, su menor tasa de avance en más de 40 años.
La región tendrá su peor contracción de la actividad económica desde que se iniciaron los registros, en 1900.
Epicentro
La crisis sanitaria que ha generado el COVID-19 ha producido también la peor contracción económica y social de América Latina y el Caribe.
También espera un incremento de la tasa de desocupación, que prevé en el 13,5%, y un recrudecimiento considerable de la desigualdad.
Antes de la pandemia, la región ya exhibía bajas tasas de crecimiento (0,4% en promedio entre 2014 y 2019) y crecientes vulnerabilidades sociales y macroeconómicas, que se suman a una muy particular simultaneidad de choques externos e internos de oferta y demanda.
A nivel subregional, la mayor caída del PIB se producirá en América del Sur (9,4%), seguida de Centroamérica y México (8,4%) y el Caribe (7,9%).
Tanto la dinámica por subregión como la dinámica por países muestran cierta heterogeneidad, que se explica por diferencias de exposición al contexto internacional y la intensidad de las medidas de contención.
El cálculo que hicieron es dramático: en 2020 el nivel del PIB per cápita de la región será equivalente al de 2010, y el de la pobreza, al de 2006.
Esto supone una década pérdida en términos económicos, y casi una década y media en términos sociales.
Debilidades
La pandemia, en última instancia, ha puesto de manifiesto debilidades estructurales de las economías latinoamericanas.
Varios países han hecho esfuerzos fiscales y monetarios significativos para mitigar los efectos sociales y económicos pero igual el saldo económico, laboral y social es muy negativo.
Además de Argentina, otros países con fuertes caídas son Perú (-12%), Ecuador (-11%) y México (-10%), según las proyecciones del Banco Mundial.
Los efectos de la pandemia se han magnificado como consecuencia de la fragilidad de los sistemas de salud y de protección social, además de la alta informalidad en los mercados de trabajo.
"Nuestra región soporta el peor impacto económico y en salud debido al COVID-19 de todo el mundo, algo que exige mayor claridad respecto de cómo combatir la pandemia y recuperar el rumbo económico de cara a una rápida recuperación", señaló en el informe Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe.
En cuanto a las causas detectadas, indicó que las economías de la región se ven afectadas por una caída en la demanda externa, una mayor incertidumbre económica, un colapso del turismo y las consecuencias de meses de confinamiento con el fin de contener la propagación de la enfermedad.
Estados de bienestar
Ante una crisis de dimensiones históricas, los gobiernos han actuado de manera pragmática y han decido emplear todas las herramientas disponibles (convencionales y no convencionales) para enfrentarla y mitigar sus efectos en el sector real y la esfera financiera.
"Por lo tanto, las políticas de austeridad no son la respuesta adecuada para atender los retos fiscales y monetarios que se enfrentan", advierte.
Recomienda que para mantener la estabilidad financiera, las autoridades económicas deben hacer usos de la regulación de los flujos financieros y macroprudencial para reducir la posibilidad de que el riesgo sistémico generado por la actual crisis sea acompañada por una crisis financiera que comprometa la sostenibilidad de las economías.
Para concluir que "para avanzar hacia una recuperación económica sostenida y que pueda apoyar la construcción de un Estado de bienestar y el fortalecimiento del sector productivo será necesario mantener políticas fiscales y monetarias expansivas".
Países emergentes
El FMI, en su último "Perspectivas de la Economía Mundial", estima también que para muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo excluida China el horizonte sigue siendo precario debido a una combinación de factores:
- La propagación de la pandemia y el desborde de los sistemas sanitarios.
- La mayor importancia que revisten los sectores sumamente afectados, como el turismo.
- La dependencia más marcada del financiamiento externo, incluidas las remesas.
Destaca que quienes dependen de un salario diario y están fuera de las redes formales de protección social tuvieron que hacer frente a una repentina pérdida de ingresos cuando se impusieron las restricciones a la movilidad. Entre ellos, los trabajadores migrantes que viven lejos de sus países vieron incluso mermado su acceso a las redes tradicionales de apoyo.
Impuestos a los ricos
Una de las vías para iniciar la recuperación al tiempo de amortiguar la expansión de la desigualdad por la pandemia es mejorar el sistema tributario.
La CEPAL propone aumentar de manera permanente los ingresos tributarios, avanzando hacia regímenes más progresivos y con mayor capacidad de recaudación.
Plantea que existen espacios para ampliar la capacidad recaudatoria del Estado, que es baja y sesgada por impuestos indirectos regresivos, fortaleciendo el impuesto sobre la renta, los impuestos patrimoniales y la tributación a la economía digital.
O sea, que la crisis del coronavirus sea pagada en mayor proporción por los ricos y sectores económicos beneficiados por las políticas de cuidados sanitarios.