Por un lado, ha supuesto el final de la última de las bandas terroristas de corte nacionalista y extremista que, mucho antes del yihadismo, sembraron el terror por toda Europa, especialmente en los 70 y 80, los conocidos como 'años de plomo'.
Tras medio siglo de atentados, secuestros y extorsión, Euskadi ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad, en vasco) anunció su propio cierre definitivo. ETA, fundada en 1959, deja en el camino 7.265 víctimas, entre ellas 853 muertos, según los datos del Ministerio del Interior español; apenas tenía ya capacidad operativa —solo media docena de personas activas— y cerca de 300 presos.
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La organización nació contra la dictadura fascista del general Francisco Franco, pero su terrorismo fue mucho más letal en la época de la democracia y, sobre todo, durante la convulsa y difícil época de la transición, en la que se enmarcó el inicio del autogobierno vasco.
Es obvio que han fracasado en esa meta. Han sido derrotados por la paciente y eficaz tarea desempeñada por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que incluso consiguieron infiltrarse en las estructuras de la banda criminal para evitar sus tropelías.
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También ha sido importante el arduo papel jugado por la Administración de Justicia, que llevó incluso a la creación de una sala judicial especial para juzgar los delitos de terrorismo —la Audiencia Nacional—, pieza básica en el delicado engranaje de la maquinaria antiterrorista, a pesar de los casi 300 asesinatos cometidos por la banda que siguen sin resolverse. Pero sus tesis no han triunfado, sobre todo, porque la sociedad vasca, hastiada de sangre, violencia y miedo, dio la espalda a los pistoleros, principalmente cuando éstos empezaron a cometer atentados indiscriminados contra la población civil o a dar muestras de una crueldad extrema y gratuita.
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Esta iniciativa apartidista supuso un punto de inflexión en la percepción que la sociedad española tenía de la actitud de la sociedad vasca ante el grupo terrorista, ya que los españoles no habían mostrado un rechazo tan tajante ni rotundo como sucedió a partir de entonces. Las manifestaciones cívicas que se sucedieron durante esos días fueron de las más multitudinarias de la historia reciente de España.
El perdón selectivo de ETA https://t.co/Xbd5ZdmzSP
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 24 апреля 2018 г.
Tras el regreso de la democracia a España, ETA ha ido contando con la inestimable cooperación de un brazo político que siempre ha coreado sus consignas y defendido a sus miembros. Esa rama nacionalista de izquierdas ha ido bordeando la legalidad cambiando de nombre y de siglas, pero no de ideales. Antes de Bildu, estaba Euskal Herritarrok, y antes de ellos, Herri Batasuna, creada en 1978. Actualmente disfruta de una importante representación en el Parlamento autónomo vasco. La coalición EH Bildu tiene 18 escaños y constituye la segunda fuerza política regional.
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Gracias al cerco policial y judicial y al creciente aislamiento social, ETA anunció en 2010 un "alto el fuego permanente, general y verificable" como "compromiso firme" del final de la "confrontación armada". Meses después, el 20 de noviembre de 2011 llegaba el día histórico: el "cese definitivo" de la actividad terrorista.
Ese mensaje de perdón selectivo no gustó ni siquiera a los nacionalistas vascos moderados, quienes son conscientes del incalculable valor de las pérdidas económicas y de la merma de desarrollo en todos los ámbitos que han provocado todas estas décadas de odio, crispación y muerte.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK