Ya a finales de 2015, el propio Correa decidió no presentarse a la reelección, aunque probablemente habría ganado de calle, dado su fuerte tirón entre los votantes más jóvenes. Prefirió echarse a un lado y pasar el testigo a otros cuadros de su partido. Finalmente el candidato oficialista a sucederle es el que fuera su vicepresidente, Lenín Moreno, una persona mucho menos brillante que él.
La continuidad de esa política revolucionaria está ahora en manos de los 12,8 millones de ecuatorianos que están llamados a elegir a su nuevo jefe de Estado. Pero incluso aunque ganara Lenin Moreno, se producirá inevitablemente un cambio de época.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 19 de octubre de 2016
Lenín Moreno, del movimiento progubernamental Alianza País, tendrá poco margen de maniobra y podría verse incluso obligado a aplicar medidas de ajuste impopulares.
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Si venciera el empresario Guillermo Lasso, de la mano del movimiento centroderechista Creando Oportunidades (CREO), eso significaría el final de la Revolución Ciudadana. La intención de Lasso pasa por desmontar el sistema creado por Correa, aunque para ello tendría que superar bastantes obstáculos parlamentarios pues todo el entramado socioeconómico y político está levantado sobre leyes orgánicas que precisan de mayoría calificada para ser reformadas o derogadas. Él tampoco tendrá las cosas fáciles.
Frente a la continuidad, la oposición ofrece la ruptura
El exbanquero de Guayaquil promete generar un millón de empleos, derogar la denostada ley de comunicación, eliminar 14 impuestos vigentes, ofrecer créditos a los campesinos y abrir la economía ecuatoriana al mundo a través de tratados de libre comercio.
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El país afronta las elecciones con una fuerte polarización. La campaña ha quedado manchada por los casos descubiertos de corrupción que afectan a empleados públicos que poseían cuentas secretas en paraísos fiscales. Es la conexión ecuatoriana de la macrotrama corrupta de la empresa constructora inmobiliaria brasileña Odebrecht, la más grande de Latinoamérica. Según las investigaciones, los vergonzosos sobornos a los funcionarios del Gobierno de Quito alcanzaron los 33,5 millones de dólares entre 2007 y 2016. El escándalo afecta a todo el subcontinente y se ha convertido en un terremoto político no sólo en Brasil sino también en Colombia y Perú.
¿Cómo se explica pues esta fuerte indecisión entre el electorado? Hay al menos tres causas. Una razón es el escaso atractivo que despiertan las iniciativas de los candidatos. Hasta el propio Correa admitió a través de la red social Twitter que los debates electorales están siendo pobres… Esa sensación genera desconfianza hacia todos los aspirantes. Un segundo motivo estaría relacionado con la incertidumbre que provoca la ausencia de un liderazgo personal fuerte. La sombra de Correa es muy alargada… Finalmente, ese 40 de ciudadanos dudosos puede esconder un fuerte componente de voto oculto, es decir, de personas que ya decidieron el nombre del futuro presidente, pero que no se atreven a decirlo por temor a represalias en un contexto en que la economía depende fundamentalmente de los recursos públicos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK