La educación general, desde el grado preescolar hasta el duodécimo, cuenta con más de 10 mil centros, con una matrícula de 1 792 600 alumnos. Al 95 por ciento de ellos se les garantiza la cobertura docente a tiempo completo. Por su parte, las 23 universidades del país preparan una cifra superior a los 170 000 estudiantes, de los que 33 000 ingresan este curso.
Cifras ciertamente dignas para un pequeño país que hace más de medio siglo, en 1961, consiguió erradicar el analfabetismo en una campaña sin precedentes en el mundo y que desde entonces ha destinado no pocos esfuerzos a elevar el nivel educacional de su población y hasta de otros pueblos.
Pero a la vez, en las dos últimas décadas, padres, maestros y alumnos han visto decaer no pocas facetas de ese sistema educativo que otrora fue motivo de orgullo.
Diversos factores, en su mayoría económicos, apuntan a este resultado. La falta de medios adecuados, el ineficiente procedimiento de construcción y mantenimiento de las escuelas, y la escasa modernización del equipamiento han hecho lo suyo.
Y se ha dañado sobre todo, el capital humano. Los maestros son quizás de los sectores más sacrificados y peor retribuidos en Cuba, por lo que muchos han optado por dedicarse a otras ocupaciones o simplemente han emigrado. A pesar de algún aumento casi simbólico de salario, no suelen rebasar los 500 pesos cubanos, equivalentes a 20 dólares en un país donde la vida se encarece por días. De esta forma, hemos asistido a la desaparición de las aulas de no pocos valiosos educadores, sustituidos paulatinamente por otros "emergentes", no siempre con la preparación ni la vocación necesaria, lo que repercute directamente en la formación de las nuevas generaciones.
Con esos truenos, no queda otra que acudir a los "repasadores" particulares- muchas veces los propios maestros que han salido del sistema- si la meta es que los muchachos avancen y obtengan la preparación necesaria para pasar de nivel y llegar a la universidad. "Hemos reinventado la educación privada", comentaba un padre alarmado ante los altos costes que suponen estos repasos adicionales, por los que suelen cobrar no menos de 25 pesos la hora a cada alumno.
Las autoridades educativas se declaran dispuestas a trabajar por mejorar esa situación. "El objetivo esencial continúa siendo la elevación de la calidad del proceso docente-educativo, lo cual no significa solo la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades, sino también la formación de valores y el comportamiento adecuado de los estudiantes dentro y fuera de los centros escolares", afirmaba poco antes del inicio de curso Ena Elsa Velázquez, ministra de Educación.
Algunas de las modificaciones previstas están relacionadas con la flexibilización de la jornada escolar, la superación de los profesores y la contratación de personas con preparación docente. Estas medidas, junto a una mejor vinculación entre escuela-familia-comunidad, tal vez ayuden a paliar la situación.
Porque la educación es un problema que desborda la escuela e implica a toda la sociedad. Y como parte del país, requiere de urgentes cambios y resultados económicos que ya no pueden esperar más. El futuro está en juego, nunca mejor dicho.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
