¿Qué ha conseguido la Unión Europea con las sanciones económicas a Rusia?
Según el balance del primer aniversario de las medidas de veto agroalimentario impuesto como respuesta por Moscú, no se puede constatar más que una frustración de los productores y agricultores europeos, que además de perder dinero, han provocado la reanudación de las hostilidades intervecinales.
Un coste económico que se añade a la difícil situación que este sector vive ya desde hace décadas. Un problema político para el actual u otros gobiernos que siempre han mimado a los agricultores cuando se acercaban las citas electorales.
El comienzo de agosto y las vacaciones masivas han hecho olvidar la aparatosidad de las manifestaciones de agricultores que había bloqueado regiones enteras de Francia durante el mes de julio. Pero el hartazgo de la prensa sobre esas noticias no significa que las protestas hayan desaparecido.
Las autoridades españolas se han visto obligadas, por la presión de sus agricultores, a pedir explicaciones y compensaciones a sus homólogos del otro lado de los Pirineos. La animosidad intercomunitaria entre agricultores vuelve a despertar poniendo en riesgo y en duda el sacrosanto respeto a la libre circulación de mercancías entre los 28 miembros del club comunitario.
El boomerang de las sanciones a Rusia
Los agricultores europeos se ven inundados por una superabundancia que tira de los precios hacia abajo irremediablemente. Desde Bruselas se intenta paliar el problema con algo de dinero, pero no parece suficiente. En pleno mes de agosto los ministros de agricultura comunitarios saldrán de las piscinas y las playas para celebrar una reunión urgente y estudiar nuevas medidas.
Resulta curioso que una medida buscada y aprobada por esos mismos gobiernos, con diferente grado de aceptación, sea al mismo tiempo denigrada por sus representantes, como si fuera una idea generalmente compartida que las medidas de retorsión hacia Rusia ni son comprendidas ni son de alguna utilidad.
Algunas de las figuras políticas de la oposición francesa han hablado de «capitulación» ante las presiones norteamericanas. Otros, como representantes de los ecologistas, apoyan el veto de los Mistral a Rusia, al mismo tiempo que justifican la venta de armamento a sangrientas, pero ricas, dictaduras.
Hablar de las históricas y especiales relaciones entre Francia y Rusia es ya un tópico aburrido. Pero si la crisis de los Mistral y las consecuencias de las sanciones a Rusia han demostrado algo es que esas relaciones han quedado dañadas sin que los ciudadanos franceses hayan comprendido las razones políticas, diplomáticas o morales que han impulsado al Gobierno de París a tomar ese tipo de decisiones. Y mucho más cuesta ver los beneficios que las mismas han aportado a Francia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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