"El 1 de noviembre se registraron 13 protestas en el país; unas 300 personas fueron detenidas en Minsk y la región de Minsk por incumplir la legislación sobre eventos masivos", escribió la entidad en su canal de Telegram.
Los manifestantes en la capital bielorrusa se opusieron activamente a las fuerzas de seguridad e incluso utilizaron un artefacto explosivo improvisado, denunció el Ministerio del Interior.
"La acción desde el principio no fue pacífica", asegura el comunicado.
Al mismo tiempo, las manifestaciones en otras regiones de Bielorrusia "no tuvieron una extensión significativa, y el número de sus participantes, en su mayoría, no superó las 10 personas", señala el texto.
Minsk y otras ciudades bielorrusas siguen siendo escenario de protestas desde el pasado 9 de agosto, cuando se celebraron las elecciones presidenciales que, según el escrutinio oficial, otorgaron el sexto mandato al presidente Alexandr Lukashenko, en el poder desde 1994.
La oposición bielorrusa denunció numerosas irregularidades electorales y exigió una repetición de los comicios, opción que Lukashenko descartó.
La principal rival de Lukashenko en las presidenciales, Svetlana Tijanóvskaya, que se vio obligada a abandonar el país poco después de los comicios y fue declarada en busca internacional a principios de octubre, había exigido que Lukashenko presentara la renuncia y demandó la liberación de todos los presos políticos y el cese de la violencia policial en las calles.
Ese día la oposición bielorrusa organizó protestas a diferentes escalas y anunció una huelga nacional tras vencer el plazo para el 'ultimátum popular'.
El pasado 27 de octubre, el primer ministro del país, Román Golóvchenko, constató el fracaso de los planes de la oposición referentes a la huelga nacional.
Lukashenko, por su parte, advirtió que las acciones de los participantes de la huelga equivalen al terrorismo.