Si el audio es auténtico, entonces desvela una trama sofisticada que montaron Alemania y Polonia para arruinarles la vida tanto a Rusia como a Bielorrusia, y todo ello con un solo golpe. Si la grabación es falsa, pone en duda la confianza en el Gobierno de Lukashenko, que ya ha sido cuestionado por parte de la Unión Europea.
Pero en todo caso, pocos pueden acusar al mandatario bielorruso de no saber presentar su presunto descubrimiento a lo grande.
Planteamiento
En el momento elegido la situación estaba caliente. El 2 de septiembre el caso de Navalni adoptó un nuevo giro después de que la canciller alemana, Angela Merkel, declarara que un análisis del laboratorio del Instituto de Farmacología y Toxicología de Bundeswehr apuntaba a que opositor ruso fue envenenado con una sustancia neuroparalítica del grupo Novichok.
La declaración de la canciller alemana desconcertó a Moscú, pues cuando el opositor fue hospitalizado en Rusia le diagnosticaron un trastorno metabólico por el que Navalni llevaba más de dos semanas en un coma inducido. El Kremlin reiteró que los médicos rusos no encontraron sustancias tóxicas en las muestras tomadas, y condicionó una investigación penal del caso del opositor a las pruebas de Alemania.
Bielorrusia también vive una situación complicada. Desde que se celebraron los comicios presidenciales el 9 de agosto, en el país continúan las fuertes manifestaciones contra los resultados electorales que dan como ganador a Lukashenko. Mientras que el presidente ruso, Vladímir Putin, apoyó a Lukashenko y lo reconoció oficialmente como presidente reelegido, la Unión Europea no reconoce las elecciones pasadas.
La inteligencia rusa no excluye provocación de Occidente en el caso Navalni 🇷🇺
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) September 3, 2020
👇 https://t.co/2MQQAGiiit
El mandatario bielorruso afirmó que la situación en Bielorrusia se debe a una "injerencia externa", y acusó a Polonia, Chequia, Lituania y Ucrania de estar detrás de las protestas.
Nudo
Lukashenko anunció que tenía un as en la manga el jueves 3 de septiembre, cuando recibía en Minsk al primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin.
"Le debo decir que ayer o antes de ayer, (...) antes de la declaración de Merkel en la que dijo que a Navalni le querían silenciar, interceptamos una conversación. (...) Entendemos que en ella Varsovia hablaba con Berlín", dijo en una reunión, transmitida por la televisión bielorrusa.
Lukashenko prometió traspasar a Rusia la transcripción de esa charla, que demuestra, aseveró, que el envenenamiento de Navalni "es una falsificación".
"No hubo ningún envenenamiento de Navalni. Un grupo de especialistas, como lo veo yo, preparó para Merkel, para su administración, unas pruebas, o tal vez declaraciones, que ella hizo. Lo hicieron para 'quitarle las ganas a Putin de meterse en los asuntos de Bielorrusia'", dijo, citando a un fragmento de la transcripción.
Nick de Berlín y Mike de Polonia
El 4 de septiembre Lukashenko cumplió con lo prometido, y la cadena estatal bielorrusa ONT hizo pública la grabación de la supuesta conversación secreta. En el audio se oyen dos voces hablando en un inglés perfecto y parecido al norteamericano, aunque no se puede decir con certeza pues el canal presentó la charla ya doblada al ruso y con subtítulos en ruso. Aquí está la transcripción publicada, traducida al español.
Varsovia: ¡Hola! Buen día, Nick. ¿Cómo están?
Berlín: Parece que todo va de acuerdo con el plan... Los materiales sobre Navalni están listos. Se entregarán a la administración de la canciller. Estamos en espera de su declaración.
Varsovia: ¿Es cierto que el envenenamiento está confirmado?
Berlín: Escúchame, Mike, en este caso esto no importa tanto... Estamos en guerra... En la guerra todo vale.
Varsovia: Estoy de acuerdo. Hay que quitarle las ganas a Putin de meterse en los asuntos de Bielorrusia... La forma más eficaz es hundirlo en los problemas de Rusia, y no son pocos. Además, en un futuro cercano tendrán elecciones, el día de la votación en las regiones de Rusia.
Berlín: Esto es lo que estamos haciendo. ¿Cómo van las cosas en Bielorrusia?
Varsovia: La verdad es que no muy bien. El presidente Lukashenko ha resultado ser duro de matar. Son profesionales y están organizados. Está claro, son apoyados por Rusia. Los funcionarios y militares son leales al presidente. De momento trabajamos. El resto cuando nos reunamos, no por teléfono.
Berlín: Sí, sí, entiendo, entonces nos veremos, chao.
Varsovia: Chao.
Culminación
De momento, el único que insiste en la veracidad del audio es Lukashenko.
Así, el Ministerio de Exteriores de Polonia negó que esa llamada telefónica tuviera lugar.
"Negamos las informaciones bielorrusas sobre esas conversaciones con Berlín", dijeron a Sputnik desde la oficina de prensa del Ministerio polaco.
El Gobierno alemán calificó de "ficticia" la supuesta charla.
"Hemos comentado las declaraciones Lukashenko, eso no es verdad (...) Es una conversación ficticia", dijo el portavoz del Ejecutivo
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, evitó comentar la grabación presentada por Minsk.
"Por supuesto, hemos tenido la oportunidad de estudiarla en los medios de comunicación. Pero creo que no nos corresponde a nosotros evaluar la utilidad y el valor de esta grabación, es más bien un trabajo de los servicios especiales", respondió en una rueda de prensa a la pregunta de si el Kremlin está al tanto de la publicación del canal ONT.
Epílogo. Un método probado
Hace un mes Lukashenko ya actuó como descubridor de un complot en su contra.
El 17 de agosto, una semana después de los comicios y las siguientes protestas masivas marcadas por la violencia policial, el presidente bielorruso visitó la Planta de Tractocamiones de Minsk, para pronunciar un discurso ante sus trabajadores.
Una vez concluida la grabación, los trabajadores reunidos empezaron a gritar "¡falsedad!", y luego corearon: "¡Vete!".
La cadena pública de Minsk CTV hizo un reportaje sobre esa intervención de Lukashenko ante los obreros, en el que relató que los servicios de seguridad detuvieron a unos "coordinadores" que "les decían a los trabajadores de la planta cómo se debían portarse y qué debían corear".
Así que en cierta medida ese método ya funcionó, por lo menos para los medios estatales. ¿Por qué entonces no funcionaría en el caso de la conversación sobre Navalni?