"Todas las menciones que se hagan sobre la compañía Rosneft, sus sucursales o empleados en los medios de comunicación relativas a ese suceso son falsedades y provocaciones", indicó la empresa en un comunicado.
El periódico Komsomolskaya Pravda reveló el 7 de agosto que detrás de la detención de los 33 rusos en Bielorrusia estaba el servicio de inteligencia ucraniano.
Según la investigación periodística del diario, los agentes ucranianos se hicieron pasar como empleados de Rosneft y afirmaban que buscaban vigilantes para las instalaciones petroleras de la compañía en el extranjero, en concreto en Siria y Venezuela. La inteligencia ucraniana falsificó firmas y usó correos electrónicos falsos supuestamente de Rosneft.
"Es obvio que el objetivo de esta provocación era dañar a la compañía y a la economía de Rusia", remarcó Rosneft.
La empresa remarcó que frente a sus éxitos en la realización de grandes proyectos petroleros, algunos de sus rivales recurren "a las provocaciones como un instrumento de competencia desleal".
Rosneft anunció su intención de acudir a los tribunales para defender su reputación y sus derechos.
La petrolera aseguró que continuará sus proyectos en Bielorrusia.
"Las compañías energéticas y el mercado de Bielorrusia son muy importantes para Rosneft (...) La empresa seguirá implementando los proyectos en ese país", subrayó.
Rosneft es el mayor proveedor de crudo para las refinerías Bielorrusia y posee participación en la planta de Mozir.
El Kremlin negó las acusaciones de que Rusia envía a Bielorrusia grupos de "mercenarios" para desestabilizar la situación en el país vecino.
La Cancillería de Rusia insistió por su parte en que los rusos detenidos deben regresar a su país.