"Si el espacio laboral es seguro, alentamos a la gente a retornar al trabajo", dijo el mandatario conservador en conferencia de prensa en Downing Street.
El plan gubernamental se vio aguado por la intervención del científico jefe de la lucha contra el COVID-19, sir Patrick Vallance, quien el 16 de julio declaró en el Parlamento que "trabajar en casa… continúa siendo una opción perfectamente buena".
"A los que dicen que nuestro plan es muy optimista, que el riesgo es demasiado fuerte... les reaseguro que no vacilaremos en echar el freno", alertó sin mencionar específicamente al asesor científico y otros expertos médicos que cuestionan el ritmo de la relajación de las restricciones.
Aun así, Johnson cedió al empresario la "discreción" de decidir, en consultas con sus empleados, si ya es hora de reabrir la oficina o la planta de trabajo a partir del 1 de agosto.
Confirmó, al mismo tiempo, una inyección de 3.000 millones de libras (unos 3.300 millones de euro) para preparar al Servicio Público de Salud (NHS) a la presión habitual del invierno inglés y a una posible segunda oleada de coronavirus.
"Estamos planificando para lo peor, pero debemos confiar en lo mejor y mirar con optimismo hacia adelante", instó.
Johnson está perdiendo puntos en los sondeos de opinión con su gestión de la pandemia, que se ha cobrado más de 55.000 muertes, según los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadísticas.
El primer ministro se comprometió finalmente a acometer una "investigación independiente" sobre el manejo de la crisis en una fecha aún por determinar.