La guerra llevó a Román Smischuk y a su hijo Grigori hasta Rumanía. En 1944 las tropas nazis no dejaban de hacer avances en la ciudad de Iasi, al norte del país, donde iniciaron un ataque a base de tanques y con apoyo aéreo, por lo que la 50 división motorizada del Ejército Rojo fue destinada allí.
El punto caliente de la batalla se encontraba en el monte Ollariol, cercano a la ciudad rumana. Allí se desplegaron las tropas de las que padre e hijo formaban parte. Poco después, los alemanes rodearon el monte y el 4 de junio comenzaron la ofensiva con tanques e infantería.
Smischuk, llevado por la adrenalina del momento, continuó con sus ataques. El tercer carro de combate se lo puso más difícil, ya que desde él identificaron al intrépido enemigo y respondieron con una lluvia de balas con su ametralladora. El soldado soviético se apresuró a saltar a una trinchera para protegerse.
Después de tres carros de combate se le acabaron las granadas y botellas de la mezcla incendiaria, así que fue corriendo a las trincheras donde encontró más municiones.
Smischuk quería más, y destruyó un cuarto tanque. Y un quinto. Parecía que nada podía parar al valiente soldado, hasta que en el sexto ataque, tras lanzar otra granada, finalmente perdió el conocimiento. De vuelta a casa, Román Smischuk explicó cómo se sintió en el momento.
"No sé de dónde me vino tanta ira. Siempre he sido una persona tranquila y humilde. Pero en ese momento no me reconocía, solo quería hacer una cosa: golpear, quemar al repugnante [enemigo]" declaró el protagonista de la hazaña al periódico Krásnaya Zvezdá el 14 de junio de 1944, según cita el medio Russkoye Oruzhie.
La misma noche de la batalla, el comandante del regimiento puso en marcha los trámites para que se concediera a Román Smischuk el título de Héroe de la Unión Soviética, y el 18 de junio recibió una estrella de manos del mariscal Malinski, comandante del Segundo Frente Ucraniano. El ya héroe volvió a casa en un avión que fletaron solo para él para que pudiera pasar algo de tiempo con su familia antes de volver al frente.
El padre y el hijo combatieron hasta el final de la guerra. Grigori, por su parte, fue galardonado con la Orden de la Gloria de la 3 clase por su valentía al dirigir una batalla ininterrumpida durante el contraataque. Padre e hijo lo dieron todo por defender su patria.