Los diputados se han hecho con el control temporal de la agenda parlamentaria, sobre la que el Ejecutivo tiene habitual prioridad, "derogando el equilibro de nuestras instituciones democráticas", según criticó la primera ministra.
El objetivo es dar con un plan B del Brexit que respalde la mayoría de los legisladores y que respete las líneas rojas de Bruselas.
Las opciones a elegir van desde la salida sin un acuerdo, el plan de May, un Brexit suave con acceso al mercado único, en una unión aduanera permanente con la UE, hasta la revocación del proceso de retirada y la celebración de un segundo referéndum.
Mientras, la dirigente conservadora sigue en conversaciones con parlamentarios euroescépticos de varios partidos, tratando de ganar apoyos al Acuerdo de Retirada que el Consejo Europeo aprobó en noviembre y los Comunes han bloqueado en dos ocasiones.
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La usurpación de los europeístas del proceso del Brexit podría empujar a algunos rebeldes eurófobos a aceptar finalmente el acuerdo de May como el mal menor que garantiza la salida oficial de la UE esta primavera (hemisferio norte).
La primera ministra podría someter su plan de separación de la UE a una tercera votación de la Cámara antes de final de mes.
La UE ha aceptado demorar el Brexit hasta el 22 de mayo si el Acuerdo se ratifica esta semana.
De no aprobarse, Reino Unido saldrá abruptamente del bloque comunitario el 12 de abril o habrá formulado un plan B aceptable, que conllevará probablemente la solicitud de una prórroga más extensa y la participación del país en las próximas elecciones al Parlamento Europeo.