"He concluido con mucho pesar que, tal y como están las cosas, no hay suficiente apoyo en la Cámara para someter el acuerdo a un tercer voto significativo", reconoció May en los Comunes.
La primera ministra se vio forzada a solicitar la demora del Brexit al no lograr el visto bueno de los parlamentarios a los términos acordados del divorcio en dos abrumadoras derrotas, en enero y marzo de este año.
Pero esta nueva fecha está condicionada a que el aprobado se emita esta misma semana y la balanza de fuerzas en el Parlamento se mantiene en contra de una tercera intentona, según ha admitido May.
El Gobierno y el Parlamento británicos tienen otra meta impuesta por el Consejo Europeo, el 12 de abril, en vez la oficial del 29 de marzo, si el acuerdo se rechaza de nuevo.
Temas relacionados: El culebrón del Brexit se eterniza
En ese escenario, Reino Unido romperá abruptamente con la UE o habrá comunicado a Bruselas su intención de adoptar una vía alternativa, que muy probablemente requerirá un aplazamiento más prolongado del Brexit.
Son los llamados "votos indicativos" sobre distintas modalidades de Brexit, sobre un segundo referéndum o incluso sobre la revocación del proceso de salida que diputados europeístas llevan tiempo reclamando.
Pero el ejercicio puede resultar cosmético más que realmente efectivo, según advirtió la jefa del Ejecutivo.
"No puedo comprometer al Gobierno a ejecutar el resultado de ninguno de los votos que efectúe esta Cámara", sentenció.
May se mueve en la cuerda floja, con su Gabinete, su grupo parlamentario y su partido resquebrajados por el Brexit.
Además: Brexit: "Reino Unido liberó un monstruo incapaz de controlar"
Pero sobrevive en su cargo ante la falta de acuerdo sobre su sucesor entre los europeístas y los eurófobos, además del temor de todas las facciones a unas elecciones anticipadas que lleven al poder al líder laborista Jeremy Corbyn.