El ex primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, instó a las autoridades danesas a que no dieran su aprobación al proyecto, pero "quizá, por el exsecretario de la OTAN habla un soldado de la Guerra Fría", sugiere el autor de la nota, Svend Kjeldsen.
Y cuando uno recuerda que Rasmussen actualmente es asesor del Gobierno ucraniano —la parte menos interesada posible en la construcción del gasoducto por perder los ingresos del tránsito por el gas ruso—, "sus argumentos pierden todo su peso por completo".
"Tener relaciones sensatas y racionales con Rusia está en el interés de Dinamarca. Rusia es una superpotencia en todos los aspectos", asevera Kjeldsen.
Dinamarca debe buscar que toda Europa tenga relaciones pragmáticas con Rusia: "ser amigos, comerciar y coexistir pacíficamente", según el autor, que pregunta por qué con China, también acusada en Europa de practicar 'excesos' en sus políticas interior y exterior, "llevamos negocios con mucho gusto" mientras Rusia se ve rechazada "obstinadamente".
"Nadie discute nuestra membresía en la OTAN. Claro, vamos a enviar nuestras tropas al Báltico si nos lo piden. No para hacer temblar a los rusos, sino para tranquilizar a los bálticos. El propio Putin y los rusos lo entienden perfectamente", argumenta el periodista.
Así que, "construyan ese gasoducto, ya que se construirá bajo cualquier circunstancia", concluye la nota.
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Expertos rusos ya habían valorado que las aprobaciones físicamente esenciales para el proyecto —las de Finlandia, Suecia, Alemania y la propia Rusia— son suficientes para construir el gasoducto, mientras que la de Dinamarca es más bien por comodidad y ventajas económicas.
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