Y es que el presidente de la Comisión aprovechó la ocasión para proponer que todos los países de la Unión, sin excepción, acojan el euro cuanto antes. Lo que se traduce en que países como Rumanía y Bulgaria, a la cola en la lista de países más ricos de la UE, se hundan a medio plazo en una crisis parecida a la griega.
"Es posible que [las palabras de Juncker] no hayan gustado a muchos. Pero en realidad lo dicho por el presidente de la Comisión no es ni más ni menos que lo que dice el Tratado de la Unión Europea desde hace años: que todos los miembros de la UE están obligados a adoptar el euro en algún momento. Cuando el Tratado fue redactado, los únicos países que quedaron fuera de esa norma fueron el Reino Unido, Dinamarca y Suecia. Al resto de países le quedó claro que tendrían que adoptar la moneda única", explica Brocza.
Países como Rumanía o Bulgaria todavía no cumplen con los requisitos y obligarlos a adoptar la moneda única tendría consecuencias parecidas, si no mayores, a las que se pudieron ver en Grecia, apunta Hickel, para quien las palabras de Juncker "no son realistas".
"Desde que el Tratado fue firmado en los años 90 han pasado ya 30 años y los estándares mínimos exigidos por la UE para con Rumanía y Bulgaría todavía no se cumplen (…) Por ahora introducir el euro [en estos países] sería una completa locura. Si ocurre, tendremos problemas incluso más graves que aquellos que pudimos ver en Grecia", advierte Brocza.
Hickel se pregunta cómo es posible hacer del euro la única moneda de la UE si en países como Polonia se protesta por cuestiones básicas como la distribución de los refugiados. Recuerda también que, en el caso de que fuese la única moneda, la política monetaria debería ser la misma para todos los países miembros, así como también la política en materia de tipos de interés.
Para el experto, hubiera sido mucho más realista que Jean-Claude Juncker hablase con los pies en la tierra y hubiese dicho que están aprendiendo de los errores del sistema de la UE —"sobre todo en lo referente a Grecia"— y que estabilizarán la situación.
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Para Hickel, la única opción si se pretende introducir la moneda única en los países más pobres de la UE es aplicándoles enormes subsidios, un tema que también tocó el presidente de la Comisión cuando habló de "ayudar a dichos países" y contra el que se posiciona el politólogo, quien recomienda a la UE aprender de la crisis por la que ha pasado. Ampliar la adopción del euro es, ahora mismo, el menor de los problemas en Bruselas.