Según los cálculos de las autoridades ucranianas, Kiev asignará más de 22 millones de dólares para instalar en la frontera con Rusia los sistemas para el control biométrico.
Además, los rusos tendrán que informar de forma anticipada a la Cancillería ucraniana sobre sus planes de venir al país, así como comunicar todos los datos necesarios sobre su viaje, tal como el objetivo, la ruta y el tiempo de estancia. Este paso implica la creación de un sistema electrónico especial.
"Con todo eso hay que entender que hoy en día Kiev no cuenta con las posibilidades técnicas para realizar lo planeado. Claro está que varios puestos fronterizos ya están equipados con los equipos para el control biométrico. Pero cuando la decisión entre en vigor, las autoridades ucranianas necesitarán una cantidad superior de estos dispositivos", escribe la periodista.
De acuerdo con Kalmikova, Kiev vuelve a demostrar que quiere divorciarse con Rusia a toda costa.
"Sin embargo, Moscú puede darle una respuesta simétrica e introducir el control biométrico y el registro obligatorio para todos los ucranianos. Estas medidas van a afectar no solo a casi cinco millones de ciudadanos ucranianos que viven y trabajan en Rusia, sino a más de sus 10 millones de familiares que viven en Ucrania", considera Kalmikova.
La columnista subraya que en Moscú entienden las consecuencias que puede provocar esta medida, por eso no se apresuran a responder. El Ministerio de Exteriores ruso ha comentado que primero van a analizar cómo las novedades de Kiev se corresponden con el acuerdo bilateral sobre el régimen sin visado.
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