"El objetivo eran otra vez los observadores de la misión de la OSCE", alertó el titular del Ministerio de Seguridad de la autoproclamada República Popular de Lugansk (RPL), Leonid Pásechnik.
La inteligencia ucraniana, precisó, "planeaba cometer un nuevo ataque terrorista en el territorio de la república".
El pasado 23 de abril un artefacto explosivo estalló al paso de dos vehículos de la OSCE en Lugansk.
El suceso dejó un observador estadounidense muerto y dos heridos: un alemán y otro checo.
Kiev se apresuró a atribuir la explosión a las milicias.
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Desde la RPL revelaron que interceptaron mensajes SMS que apuntan a la implicación del Gobierno ucraniano en el ataque a la OSCE.
Los mensajes confirmarían una confabulación de las fuerzas de élite ucranianas con el Servicio de Seguridad del país para ocultar su implicación en el atentado.
Según datos de la ONU, las hostilidades han provocado unos 10.100 muertos desde el inicio de la crisis.
Los acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución política del conflicto pero no han derivado hasta ahora en el cese de la violencia.